Educación emocional para relacionarnos

23 de Mayo 2022 Columnas

Internacionalmente este 16 de mayo se conmemoró el Día de la Convivencia en Paz. Dicha ocasión nos da oportunidad para reflexionar sobre recientes hechos de violencia que lamentablemente estamos experimentando en distintos ámbitos y en tanto puntos de nuestro planeta. Ejemplo de ello es la violencia entre niñas y niños en espacios educativos, que se está repitiendo desde el regreso a la presencialidad, luego de dos años de distanciamiento social. Lo anterior se suma a la alta prevalencia de problemas de salud mental, en todos los rangos etarios. Cuestionamientos sobre como promover bienestar y prevenir nos preocupan. La violencia en estos contextos no es novedad, pero no puede sorprendernos que muchas personas usen este tipo de estrategias para enfrentar la vida pues no hemos aprendido ni hemos fomentado la incorporación de aspectos relacionales en nuestros sistemas escolares. Para no quedarnos solo en la preocupación, tenemos la oportunidad de pensar en nuestras comunidades y juntos dialogar en torno a ¿qué hacer para abordar la violencia?

En esta línea, luego de tenernos compasión por nuestra ignorancia y descuido, podemos acudir a herramientas disponibles. Una de estas es la educación emocional, como en emociones, inteligencia relacional y competencias socioemocionales, parte de la inteligencia emocional. Parte de los fundamentos de esta rama están en la psicología positiva, que nace como reacción al foco de la disciplina en trastornos y patologías. Este tipo de educación, de acuerdo a expertos como Rafael Bisquerra, debe comenzar a temprana edad y se extiende a lo largo de toda la vida. Hemos dejado esos aprendizajes vitales a la buena voluntad, al sentido común. La evidencia en torno a estos temas indica, por ejemplo, que las emociones positivas se pueden formar pues están ligadas a la cognición. Asimismo, autores como Bárbara Fredrickson proponen que estas amplían el repertorio momentáneo de pensamiento y acción, es decir potencian nuestra creatividad ante situaciones donde por ejemplo experimentamos rabia o enojo que pueden llevarnos a actuar de manera violenta. Tenemos entonces la posibilidad de aprender a gestionar nuestras emociones y optar por conductas no violentas.

Para promover convivencia en paz debemos urgentemente incluir de manera transversal en nuestros curriculums este tipo de formación, abordando así tanto el bienestar personal como el bienestar social, pues el primero no existe sin el segundo y viceversa. Metodologías desde disciplinas artísticas, filosofías como el yoga, meditación, entre otras, son estrategias que han sido evaluadas y reconocidas por sus efectos positivos en este sentido. La creciente complejidad de los problemas sociales nos exige iniciar un trabajo conjunto en esa dirección.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso

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