Decana de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo.
MSc. en Media & Communication en el London School of Economics.
Periodista y Socióloga en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Los temores deben ser encauzados debidamente por el sistema institucional. No pueden quedar a merced de los vaivenes electorales, terreno fértil para proclamar medidas “efectistas” contra el crimen.
Durante los últimos años, las expectativas ciudadanas han estado cifradas en que la clase política -partidos y gobierno- se oriente a un bien común, más allá de barreras ideológicas rígidas, para lograr acuerdos y soluciones a los problemas del país.
El punto crítico es calibrar esa forma tan boriciana de habitar el cargo, dependiendo del contexto situacional. Ese estilo funciona en ciertos momentos; en otros, se debe menguar.
Los relatos eficaces se cimentan en bases reales. Así se asegura la coherencia del mensaje. Es de perogrullo: si una mejor administración fue un mensaje clave con el que se buscó impregnar el cambio de gabinete, no puede ese mismo acto proyectar improvisación con ajustes de último minuto.
La evidencia y la experiencia internacional demuestran que no se puede subestimar el temor. Es necesario generar políticas específicas para abordarlo, porque los efectos de un clima de miedo no son triviales.
Cuando en las comunicaciones los recursos son utilizados en exceso dejan de ser significativos. Se vuelven palabras vacías y son vistos críticamente por la ciudadanía, más aún cuando detrás de la equivocación se puede desprender un problema de desconexión.
El Presidente Sebastián Piñera, , si bien logró revertir parcialmente sus resultados en las encuestas, terminó como el Mandatario con la popularidad más baja (24%, Cadem) desde el regreso a la democracia.
La buena noticia es que el carácter social del consumo informativo –las ganas de compartir la información con otros— es la posibilidad de seguir conversando sobre los temas y dinámicas del mundo que habitamos y construimos.
Al igual que los actores e instituciones que estos estudios evalúan periódicamente, las encuestas también han experimentado su propia crisis de confianza, aquí y en el mundo.
Es fundamental romper los estereotipos y prejuicios respecto a los actores que participan en la conversación. En estos tiempos de mayor polarización, las categorizaciones simplificadoras respecto a los otros se recrudecen y nos predisponen a rechazar argumentos de antemano antes que a escucharlos.