Sigue siendo fundamental hacer de esta una prioridad nacional. Liderar para convocar al mundo político, la academia, profesores y sociedad civil detrás de un desafío país que debe importarnos a todos. Porque no se trata de un tema de izquierda o derecha, sino de poner a una generación de estudiantes y su futuro al centro.
Lo concreto es que no puede haber doble estándar. Velar por el Estado de derecho requiere una sola mano firme. Siempre. La lógica acomodaticia según la simpatía política solo puede hacerse al costo de que esa mano firme devenga en una mano laxa. Al costo de que la posibilidad de hacer valer el Estado de derecho se esfume y que la democracia se resienta.
Para reducir la desigualdad hay que ir a esquemas de transferencias monetarias directas. Transferencias sin peajes de burocracia estatal. Y para esto, seguir en la senda de evaluar con celo los cerca de 700 programas estatales vigentes, cerrar los que no llegan a las personas y hacer que esos recursos vayan directamente a los hogares de menores ingresos.
Debe haber generosidad republicana y genuina disposición al diálogo para que, esta vez sí, podamos tener una buena constitución, abrazada por la inmensa mayoría de los chilenos.
Cada regla es un engranaje de un motor que debe actuar sincrónicamente con otras reglas en un fino equilibrio de pesos y contrapesos. Es lo que permite que los gobiernos puedan desplegar sus programas. Sin pasar máquina, pero tampoco presas del bloqueo.
La mera voluntad de aumentar las pensiones de la generación actual no basta. ¿Es justo hacerlo traspasando la cuenta a la generación de mañana? Ciertamente no
En oposición al nacionalismo, el concepto de comunidad pertinente no es monolítico. Es expresión de la diversidad de comunidades de intereses de una sociedad pluralista.
Boeninger combinó su inteligencia, tonelaje político, mirada de largo plazo y búsqueda de acuerdos con una incansable preocupación por la calidad de nuestras políticas públicas.
Más allá de la pertinente condena a los recientes actos de violencia estudiantil, es necesaria una autocrítica sobre las señales dadas en el pasado sobre los medios de reivindicación aceptables.