Un recorrido por la libertad y el liberalismo en la historia de Chile

Un recorrido por la historia de las ideas de libertad y liberalismo como corriente política en el Chile de los siglos XIX y XX es el que nos lleva a transitar Cuando íbamos a ser libres. Documentos sobre las libertades y el liberalismo en Chile (1811-1933), libro que es resultado de un trabajo colectivo desarrollado en el Centro de Historia Política de la Escuela (CEHIP) de la Escuela de Gobierno UAI, que recientemente fue publicado por el Fondo de Cultura Económica (2021). El texto reúne más de 60 documentos que refieren a las ideas de libertad y al liberalismo como corrientes políticas en Chile, desde la independencia hasta las primeras décadas del siglo XX. Todo ello a través de un minucioso trabajo de recopilación de editoriales, artículos de prensa, discusiones parlamentarias, memorias de grado, conferencias, correspondencia, ensayos, proclamas y discusiones programáticas entre otros.

La compilación, precisamente, se enfoca en las discusiones en torno al derecho de propiedad (incluyendo propiedad intelectual) y sus vínculos con el ejercicio de las libertades públicas; las leyes de filiación y regulación de relaciones familiares; las propuestas de reforma del sistema judicial como requisito indispensable para contener las desigualdades generadas en la administración de justicia; algunas reflexiones de carácter institucional en torno al equilibrio entre los poderes públicos, y las variantes de la época respecto del pensamiento económico de inspiración liberal.

Este libro se desarrolló en paralelo a la preparación de la colección Historia política de Chile, 1810-2010, 4 vols. (Santiago,Fondo de Cultura Económica, 2017-18) donde participaron los investigadores del CEHIP Susana Gazmuri, Juan Luis Ossa, Francisca Rengifo, Claudio Robles y Andrés Estefane, quienes contaron con la ayuda de jóvenes investigadores en la etapa de levantamiento de material: Fernando Candia, Sebastián Hernández, Diego Hurtado, Francisca Leiva, Gabriela Polanco, Macarena Ríos y Diego Romero. En la coordinación académica estuvieron Nicole Gardella y Carolina Apablaza de la Escuela de Gobierno.

En esta entrevista Andrés Estefane, editor de Cuando íbamos a ser libres. Documentos sobre las libertades y el liberalismo en Chile (1811-1933) y presidente de la Asociación Chilena de Historiadores, y Francisca Rengifo, historiadora y académica de la Escuela de Gobierno UAI, nos hablan del devenir de los conceptos de libertad e igualdad y del proyecto que dio origen a este libro.

¿Cuáles han sido los puntos álgidos de la evolución -para bien y para mal- de los conceptos de libertad e igualdad a lo largo de la historia?

Andrés: No sé si han existido puntos álgidos. Diría más bien que la tensión entre libertad e igualdad ha sido mirada con desdén, quizás porque es molesta a la sensibilidad liberal que ha predominado en Chile. Aquí se vuelven oportunas las palabras de Valentín Letelier, quien en 1889 señaló que la libertad que defendían los liberales era “siempre en el fondo la libertad del privilegio exclusivo”. Por la tendencia a defender esos privilegios, ambos términos han sido presentados como antitéticos y de hecho los pasajes más oscuros de la historia del liberalismo chileno se ubican en los momentos en que los liberales aceptaron la suspensión de las libertades para desarmar un proyecto político que aspiraba a reforzar el igualitarismo.
Lo interesante de esta compilación es que rescata varias pistas que desarman la idea de que libertad e igualdad son inconciliables. En estos documentos la idea de libertad solo se entiende con y para otros, lejos de aquellas concepciones que la reclaman como mero salvoconducto para el despliegue egoísta de los propios privilegios, que es la visión individualista. La relación entre libertad e igualdad fue sostenida explícitamente desde los inicios de la República. La libertad no se asumía como un hecho natural, sino como un producto social que dependía del tipo de relación existente entre las personas. Allí donde había disparidades materiales insalvables, obviamente habría diferencias en los grados de ejercicio de esa libertad, permitiendo incluso que unos negaran la autonomía de otros en aras de mezquinos beneficios. Probablemente esto sorprenda a quienes recién vienen descubriendo la desigualdad, pero no sorprendía a los antiguos, quienes parecían tener claro que los mínimos para la reproducción de la vida también determinaban lo que un ser humano podía hacer e imaginar respecto a sí mismo y sus cercanos. No había ingenuidad al respecto, ni siquiera cuando se discutía el fin legal de la esclavitud en Chile allá por 1823.

¿Cómo se fraguó el proyecto de investigación Historia del Liberalismo en Chile, 1810-1930, del CEHIP y cuáles fueron sus grandes desafíos?

Francisca: El propósito del proyecto consistió en delimitar el campo semántico del concepto de liberalismo en términos de cómo se entendió, cuándo y en qué circunstancias se utilizó con el fin de identificar sus significados en el Chile a lo largo del siglo XIX. El liberalismo fue una corriente de pensamiento común a Hispanoamérica, con variantes nacionales, frente al desafío de construir un nuevo sistema político y articular el ejercicio del poder sobre la base de los principios de soberanía popular e igualdad ante la ley.
Nuestra búsqueda documental respondió a la intención de precisar las ideas liberales en el ámbito político chileno a través de textos que no fueran los canónicos y más conocidos. Así, es posible iluminar las tensiones y las limitaciones efectivas de dichas ideas en dimensiones políticas menos exploradas como la conciliación entre el concepto de justicia, los derechos fundamentales y la familia. La igualdad ante la ley no es una forma constitucional vacía de sentido y, por lo tanto, quisimos penetrar en su significación a través de nueva o menos conocida evidencia histórica.

¿Cómo debe ser concebida la libertad y sus límites en un contexto actual de debate constitucional y crisis sanitaria a raíz de la pandemia por covid-19? ¿Hay riesgos de inconsistencias y contradicciones?

Andrés: Dudo que haya algo libre de inconsistencias y contradicciones. Ahora, si la pregunta es si en las actuales condiciones debemos aceptar la restricción de nuestras libertades, la respuesta es que se trata de una muy buena pregunta que nos está costando plantear abiertamente. Nadie quiere salir negando la necesidad de limitar nuestras libertades con confinamientos, pues la pandemia es real, cuesta vidas y lleva al límite a cualquier comunidad humana. El punto es determinar cuán transitorias serán estas políticas o si el orden no requerirá de esta inercia ciudadana una vez que el riesgo de contagio baje.

En no pocas ocasiones el cansancio y el tedio son la antesala del autoritarismo y el peligro es que a la vuelta, cuando la restitución de la vida económica nos lance de nuevo al espacio público, veamos que tenemos menos libertades que antes. Por eso es necesario mantener las alertas encendidas. El cansancio y el tedio generalizados suponen un repliegue cívico que deja un vacío, pero ese vacío no queda vacante, sino que lo ocupa el poder. Eso hay que mirarlo, sobre todo en nuestro caso, cuando el gobierno y la institucionalidad completa parecen desahuciados.

Francisca: Un objetivo primordial del liberalismo político ha sido limitar el poder para garantizar los derechos individuales y, su traducción en el constitucionalismo chileno, manifiesta todo ese conjunto complejo de problemas políticos que abarcan desde el concepto de gobierno y gobernabilidad, hasta las prácticas cotidianas de la burocracia pública. Entre estos problemas, creo que la actual pandemia subraya dos cuestiones en relación al entendimiento de la libertad.
Primero, la pandemia ha restringido nuestras libertades “públicas” de movilidad y reunión. Ha puesto en el centro del debate las tensiones entre el bien común y los intereses particulares y, el carácter global de esta peste, ha hecho evidente que nuestro contexto nacional de desigualdad social exige priorizar las virtudes públicas o cívicas de solidaridad y de respeto. Una noción -llamémosla cívica- de libertad.
Segundo, la idea de libertad dentro del paradigma liberal ha sido históricamente asociada a un espacio privado, ajeno a la intromisión de otros y a la intervención del Estado. Ese espacio, a fin de cuentas, ha sido el hogar en el cual consideramos que podemos desplegar libremente nuestra voluntad. No obstante, la actual pandemia vuelve a mostrarnos cómo los derechos a la privacidad y a la inviolabildiad del hogar han limitado las libertades de las mujeres.

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