Escritor, guionista cinematográfico, crítico literario y profesor de la Universidad de Princeton, Ricardo Piglia murió este viernes como consecuencia de un desmejoramiento ocasionado por su esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El autor de clásicos como “Plata quemada” y “Respiración Artificial” había sido diagnosticado con la enfermedad el 2013.

Deja una obra prolífera, traducida a quince idiomas y que le valieron varios reconocimientos internacionales como los premios Rómulo Gallegos y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas. Como académico, Piglia fue profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Buenos Aires y profesor visitante en varias universidades americanas, entre la que se encuentra la Universidad de Harvard.

El año 2011, invitado por la Facultad de Artes Liberales, fue nombrado Miembro Académico Honorario de la Universidad Adolfo Ibáñez. La entonces decana Lucía Santa Cruz, destacó en la ocasión que su nombramiento no se producía sólo por los méritos indiscutibles de su obra, sino por algo que interesaba particularmente a la UAI: “El lugar que ocupa la lectura en su producción literaria. En una entrevista, el autor ha dicho que no se gana la vida sólo como escritor, sino como lector. Esta reivindicación de la lectura como una actividad tan importante como la de escribir, central en su obra de ficción y sus ensayos, tiene una gran afinidad con el proyecto educativo de la UAI y sus cursos de lectura crítica, transversales a todas las carreras que actualmente imparte.”

Además, en esa oportunidad, Ricardo Piglia inauguró el Magíster en Literatura Comparada. Dictó la conferencia “Las lecturas de un escritor”, preparada especialmente con motivo del reconocimiento.

En ella el autor reflexionó sobre la literatura contemporánea, y sobre la experiencia de la lectura. Destacó la relación entre literatura y vida y propuso la posibilidad de construir una biografía a partir de las obras que uno ha leído a lo largo de su vida y de las experiencias de lectura asociadas con ellas. En su caso particular recordó cuándo y cómo leyó un libro por primera vez, cómo quedó registrado en su memoria la experiencia de haber leído los cuentos de Hemingway, los libros que había en la biblioteca de su abuelo, etc. Todos esos son datos que podrían integrar esa biografía, las “ruinas” que conserva su memoria de lector. Respecto de los modos de leer y en que esperaban ser leídos otros escritores, Piglia recordó interesantes anécdotas sobre Macedonio Fernández, Roberto Arlt o Franz Kafka.

La profesora del Departamento de Literatura de la Facultad de Artes Liberales, Antonia Viu, compartió con él durante esa visita a la UAI. Hoy, lo recuerda como un hombre sencillo y admirable. Lee el texto aquí.