Los directorios funcionan medianamente bien. No lo digo yo, sino el primer índice que mide el funcionamiento de estos organismos en Chile, realizado por el Centro de Gobierno Corporativo Board y VirtusPartners. De 100 puntos, las mesas directivas chilenas se evaluaron con 66 lo cual está en el imite inferior de lo mejorable , considerando indicadores globales similares.

Uno de los temas a mejorar está en su conexión con los distintos stakeholders de las empresas. El directorio aparece lejano frente a los mismos ejecutivos de la compañía, a la sociedad que la rodea; tiene falencias en la comunicación en su interior, debe avanzar en diversidad de sus componentes (edades, nacionalidades, especializaciones y además género).

Según este análisis, un directorio promedio en Chile tiene siete miembros, dedica 20 horas mensuales a esta labor, tiene doce sesiones al año, el promedio de experiencia como director de quienes lo componen es de 6,5 años.

El índice fue elaborado en torno a cinco dimensiones. La que aparece peor evaluada por los mismos directores es la que tiene que ver con el rol del directorio, ahondando en subdimensiones como la claridad en el rol, la participación, la representación de minoritarios y la autonomía (respecto principalmente a holding y filiales).

También resulta interesante la diferencia que aparece en las respuestas de directores de compañías abiertas versus las cerradas. Los primeros se declaran menos satisfechos en las dimensiones de la encuesta.

La relación mejor evaluada es la del presidente del directorio con el gerente general.

En las fotografías uno puede aparecer mejor o peor. La gracia de esta imagen- que muestra el estudio- es que nadie posó para la cámara. Los más de 200 directores que respondieron una encuesta de 45 preguntas, lo hicieron sin vanidades. Claramente, un ejercicio sano que nos permitirá ir mejorando año a año.