El partido entre Santiago Wanderers y Everton de este fin de semana tiene un significado especial, tomando en cuenta que el 14 de mayo se cumplieron cien años del primer encuentro entre ambos equipos.

La primera consideración que hay que realizar respecto a este partido es que su denominación de Clásico Porteño se explica porque ambos clubes nacieron en Valparaíso. Wanderers en la subida Carampangue, cerca del cerro Artillería, mientras que Everton fue fundado en el cerro Alegre.

El partido del 14 de mayo de 1916 se jugó en Viña del Mar, específicamente, en las canchas del Valparaíso Sporting Club. La razón por la que dos equipos asentados en el puerto se hayan enfrentado en Viña, se comprende porque esta ciudad surgió como un espacio de recreación para los comerciantes porteños, en especial los británicos y sus descendientes, que fueron quienes trajeron los diferentes deportes modernos a Chile. El aumento de los equipos y de la popularidad provocó la necesidad de nuevos espacios, el estadio El Tranque y Playa Ancha fueron usados indistintamente por Wanderers y Everton, no existía una conexión de los clubes y las ciudades.

Este nexo nació en 1944, cuando Everton, después de dos recesos, decidió instalar su sede en la Ciudad Jardín. Por esta misma fecha, y cuando ambas instituciones dieron el salto definitivo al profesionalismo, el otro grande de Valparaíso, La Cruz, perdió relevancia al continuar en el amateurismo. Al poco tiempo, la rivalidad futbolística se transformó en una competencia entre dos ciudades que fueron adquiriendo características propias, que luego fueron transmitidas a sus respectivos equipos.

Lamentablemente, las últimas décadas, marcadas por las crisis institucionales y deportivas, sumadas al centralismo de la prensa, provocaron que se desvirtuara este encuentro. Llegaron los banderazos, amedrentamientos y peleas, una mala copia de lo que hacen las barras bravas en Santiago.

Más allá de las diferencias, hay que celebrar el clásico, porque Wanderers y Everton son miembros de una misma historia, una historia centenaria que debe ser valorada como parte del patrimonio del fútbol chileno y de ambas ciudades.