Un show más

12 de Julio 2020 Columnas

Hay “desorden y confusión” en la coalición de gobierno. Esa fue la sentencia que lanzó la comisión política de la UDI esta semana, a partir de los desaguisados que han marcado la relación con La Moneda –por temas como el veto al proyecto de ley que prohíbe el corte de servicios básicos durante la pandemia o el límite a la reelección de alcaldes-, pero también por las divisiones entre los partidos del bloque oficialista, en temas como la votación en la Cámara de Diputados del proyecto que pretende permitir el retiro del 10% de los fondos de la AFP para ayudar a la clase media a paliar los efectos de la crisis económica.

Lo cierto es que además de confusión y desorden, esta semana la tónica ha sido la existencia de una profunda división dentro de las filas oficialistas, y entre los partidos y el gobierno. Una disputa que además ha operado en gran medida a través de las redes sociales y los medios de comunicación, dando cuenta de un nuevo show político, que en nada ayuda a subsanar las dificultades y miedos que la ciudadanía tiene hoy producto del coronavirus.

Los dardos han ido y venido: que los partidos no se ordenan; que el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ha tenido un actuar “errático” e “incapacidad” para manejar los temas; que las reuniones de coordinación entre los partidos y el gobierno “no sirven para nada” –en palabras de la timonel UDI, Jacqueline Van Rysselberghe-, y que los costos políticos del actuar gubernamental finalmente recae en las propias tiendas. Todo lo anterior ha sido parte de una función gratuita a la que han podido asistir los chilenos y que ciertamente no ayuda a mejorar la alicaída imagen de la clase política.

No ha sido lo único. A eso se suma los epítetos del senador RN Andrés Allamand hacia el diputado de su partido, Francisco Eguiguren, a quien le dijo que estaba “hablando puras huevadas” en medio de la discusión por el posnatal de emergencia o los dimes y diretes entre el mismo parlamentario de Renovación y el timonel de su tienda, Mario Desbordes, a partir de la discusión por el retiro del 10% de las AFP: Allamand cuestionó que se le quisiera “regalar plata a personas que no la necesitan” (como si los dineros del sistema de pensiones no perteneciera a los propios cotizantes) y Desbordes lo acusó de incendiar el debate.

Mientras, Evópoli intenta darle soporte a Blumel, su único ministro en el gabinete político, y se cuestiona su pertenencia al bloque, complicando más la gestión del propio gobierno, que a la vez no sabe qué hacer con tanta pataleta.

De hecho, en la última encuesta Cadem –cuando los dimes y diretes entre el gobierno y sus partidos recién partían- ya la desaprobación de Sebastián Piñera había aumentado en tres puntos. Probablemente, luego del espectáculo de estos días, esa medición se incremente aún más, pues efectivamente esta situación tendrá costos políticos para la coalición gobernante.

La pregunta es quién pagará ese precio. Para Van Rysselberghe, será su partido, aun cuando el gremialismo está haciendo todo lo posible porque quien se lleve el peso sea Blumel, con declaraciones durante toda la semana que apuntan a pensar que en realidad lo único que podría dejar tranquila a la tienda sería la cabeza del ministro del Interior. ¿Estará dispuesto Piñera a dejar caer nuevamente a su mano derecha, esta vez para tranquilizar a la UDI?

El problema es que al parecer Piñera y Blumel tampoco tienen claro cómo controlar la pataleta UDI y en estos días más bien apuntaron a apagar el fuego con bencina. Partieron intentando convocar a los partidos para manejar la tensión; siguieron con reuniones y bilaterales varias, para ir bajando la molestia uno a uno, y terminaron la semana cancelando sus reuniones formales con RN, la UDI y Evópoli. ¿Será la ley del hielo la mejor estrategia en este escenario?

Lo cierto es que esta crisis llega en el peor momento para el gobierno y también para el país. Pero además, se trata de un problema estructural de la coalición oficialista, como lo dijo el propio Blumel: “Más que una crisis de gobernabilidad, es una crisis de convicciones”, que además amenaza nuevamente la permanencia del bloque en La Moneda para un futuro mandato. Todo esto, mientras la ciudadanía ha dado muestras más que concretas de su molestia con la política, precisamente por espectáculos como este, que solo la desprestigian más. En irónicas palabras del expresidente estadounidense John F. Kennedy, “Todas las madres quieren que sus hijos crezcan y se hagan presidentes, pero no quieren que mientras tanto se conviertan en políticos”.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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