Traslado del Congreso a Santiago: ¡Siempre estás diciendo que te vas!

4 de Agosto 2019 Columnas

EI día 20 de julio falleció Rubén Bastías, uno de los personajes emblemáticos de este diario, cuya caricatura acompañó la sección editorial durante décadas. Al igual como lo hizo Lukas, su antecesor, amigo y socio de Bastías, los dibujos de ambos caricaturistas permiten reconstruir la historia regional con una mirada distinta a la tradicional.

Uno de los tópicos predilectos de Bastías era el Congreso en Valparaíso. Las diversas caricaturas que publicó en El Mercurio de Valparaíso son capaces de recrear una línea cronológica desde la decisión de la Junta Militar para su instalación en la ciudad en 1987, los pormenores de la construcción y los problemas que se han generado desde su inauguración en 1990.

Una de las imágenes que dejó para la posteridad Bastías es una caricatura del alcalde Pinto intentando retener al Congreso mientras una mano gigante (Santiago) intenta arrancarlo de la ciudad. La ilustración deja en evidencia que, desde el momento en que el general Augusto Pinochet decidió la ubicación del poder Legislativo en esta ciudad, ha existido un grupo de políticos interesados en llevárselo de regreso a la capital.

En esta oportunidad, quien está a cargo de esta nueva cruzada es el presidente de la Cámara de Diputados, el demócrata cristiano Iván Flores. Entre los nuevos argumentos esgrimidos por Flores, destacan el alto costo que tendrían los traslados desde Valparaíso a Santiago y, por otro, las deficiencias estructurales de la sede: “Este edificio está bien maquillado, pero tiene daños en su esqueleto y su musculatura”, aseguró, tratando de hacer más figurativos los problemas del Congreso.

El presidente de la Cámara asegura que de hacer estas reparaciones implicaría un costo de 6. 000 millones, advirtiendo, como si se tratase de una maldición, de que si se hace esta inversión “nunca más movemos el Congreso de Valparaíso”.

La apuesta de Flores, que podría dejar a 500 personas sin trabajo, como él mismo reconoce, se da además en el contexto de otra noticia, el triste record de Valparaíso de liderar el ranking de desempleo entre las ciudades del país con una tasa del 10,7 %.

Es cierto que el Congreso ha estado lejos de ser un polo de desarrollo para el Puerto y que no ha generado los beneficios que en algún momento se suponía iba a promover. El barrio del Almendral se mantiene prácticamente igual y, salvo por el curioso monumento que se instaló junto al Congreso y que lejos de adornar, interrumpe el desarrollo de la feria en la Avenida Argentina, no hay mayores aportes.

Asimismo, resulta efectivo que el Estado no está en condiciones para hacer gastos que podrían ser eliminados, como el de los traslados (también se podría economizar reduciendo el sueldo de los honorables).

No obstante, lo que es verdaderamente impresentable de la propuesta de Flores, es que su solución óptima sería invertir en el antiguo Congreso, ubicado en el centro de Santiago, uno de los lugares con mayor congestión y contaminación del país, y dejar, como herencia a la ciudad de Valparaíso, una mole de concreto, inutilizable por las condiciones materiales que menciona, y cuyo costos ningún ente estaría dispuesto a asumir.

Finalmente, la discusión de si el Congreso se va o se queda, ha dejado de ser relevante en la medida que quienes lo dejan, lo hagan, primero pagando las deudas a la Municipalidad de Valparaíso por concepto de permisos (Es una vergüenza que quienes deben dar el ejemplo en esta materia no lo hagan). Y, segundo, dejando al edificio en condiciones utilizables. Sólo de esta forma alguna institución podría interesarse en ocupar este lugar que podría servir, por ejemplo, como la “Casa del Conocimiento” con la que sueña el senador Kenneth Pugh para el resguardo de datos digitales. Mientras estas condiciones no estén en los planes de los señores parlamentarios, se agradecería que se utilice el dinero que se ocupa en estudios en temas más útiles como, por dar una idea, el ahorro que tendría para el país tener menos diputados y senadores.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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