Todavía a tiempo

21 de Mayo 2023 Columnas

Ha sido un tobogán de noticias, sensaciones, aciertos y errores. Tanto, que muchos piensan que el Presidente de la República, Gabriel Boric, lleva mucho más de un año en el cargo. Sin embargo, apenas cumple 426 de los casi 1.500 días que estará en La Moneda.

En ese marco, en unos días más tendrá que subir al podio, pararse frente al Congreso Pleno y a la ciudadanía, para entregar su segunda cuenta pública, muy distinta a la del 2022. El año pasado, cuando realizó este ejercicio básico en una democracia sana, todavía le quedaba algo de “luna de miel” con la gente y aún no tenía mucho que mostrar. Además, estaba inserto en pleno trabajo de la Asamblea Constituyente, que claramente le acomodaba más que el Consejo Constitucional electo hace unas semanas.

Ahora Boric deberá llegar el 1 de junio en un pie muy diferente al del 2022. Primero, porque ya no es un novato, tiene detrás de sí un año completo de trabajo, de éxitos y de equivocaciones -siempre estas últimas quedan más en la retina- y, por lo mismo, está en condiciones de realizar un primer balance real y concreto. Además, es el momento en el que -si el discurso es trabajado con relativo profesionalismo- se le puede dar énfasis a lo que sí se ha hecho bien, de manera de mostrarse como un gobierno que, pese a todo, está avanzando en su programa.

Probablemente, este será -además- momento de referirse a las dos almas del Ejecutivo, intentando mostrar que estas han logrado trabajar en conjunto, uniendo juventud y experiencia -al más puro estilo de Ricardo Arjona- y limando las asperezas que han hecho más noticia. Al menos en el último tiempo, pareciera ser que el bacheletismo e incluso el laguismo han estado liderando La Moneda. Apruebo Dignidad aparece absolutamente ausente y sólo manotea a ratos como para mostrar que están vivos, aunque sea torpedeando al gobierno. La excepción es Camila Vallejo, la vocera, que ha logrado -quizás gracias a la disciplina rigurosa inculcada en el PC- convertirse en uno de los pilares fundamentales para el presidente.

Probablemente, también habrá anuncios, pues queda todavía mucho paño que cortar. Boric apenas lleva un cuarto del tiempo que estará a cargo del país y, por lo tanto, aún es posible generar esperanza, que es lo que -en definitiva- se necesita. Pero ojo, aquello debe ser en un marco de realismo, evitando instalar en la ciudadanía sobrexpectativas imposibles de cumplir, las que finalmente terminan siempre reventándoles en la cara a los mandatarios que así lo han hecho.

Los temas no han cambiado ni tampoco las promesas presidenciales, lo que determinará que escuchemos temas que ya hemos oído muchas veces. Los compromisos no sólo no se han cumplido, sino que además se repiten como coro, con distintos énfasis, lo que además complica las ya conflictuadas relaciones entre el gobierno de turno y la ciudadanía.

De hecho, en 2015, Michelle Bachelet -en su segundo mandato- se concentró en la crisis que vivía -a propósito del caso Caval que protagonizaron su hijo y nuera-, comenzando con una frase lapidaria: “Debemos asumir las dificultades del año que hemos vivido”. Aquello no obstó a que se refiriera a los grandes proyectos que esperaba concretar, como la creación de una nueva defensoría para las víctimas de la delincuencia. Reiteró también su compromiso “firme” con una nueva Constitución (que terminó enviando al Congreso unos días antes de dejar el mando, en 2018)

Por su parte, en 2019, Sebastián Piñera se la jugó por “extirpar la narcocultura de los barrios críticos”; cambiar la composición del Congreso, de manera de que disminuyeran a 120 diputados y 40 senadores; comenzar el trabajo para el ya mítico tren entre Valparaíso y Santiago.

En esta especie de deja vu, Boric debe plantear firmemente lo que será su legado cuando deje La Moneda en 2026, aunque habrá temáticas que deberán estar sí o sí, aunque suenen a chiste repetido: seguridad, crecimiento, educación, entre otros.

De él depende salir del inmovilismo constitucional, considerar expectativas que sean factibles de cumplir y que la “boleta” cuando se vaya tenga saldo a favor y no en contra. Todavía está a tiempo.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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