Sólo se revisa la mochila a un desconocido

29 de Mayo 2019 Columnas

Es evidente que todas y todos queremos combatir el cáncer de la violencia. Si bien los síntomas nos confrontan a diario, y varias veces en distintos lugares, esta semana el país ha reaccionado ante el disparo que sufrió un estudiante en Puerto Montt. Con independencia de cualquier ideología, todos queremos promover seguridad en las aulas (por cierto, ello no implica estar de acuerdo con “Aula Segura”). Todos, además, queremos prevenir antes que curar. Mientras algunas voces claman que prevenir requiere “revisar mochilas”, otros pensamos que podría haber más y mejores medidas para promover un clima de seguridad y, más genéricamente, paz social.

Quienes señalan la necesidad de incrementar la vigilancia y el control, argumentan que se trata de un mecanismo preventivo. El Ministro del Interior, por ejemplo, ha señalado que este tema no debiera ameritar discusión; pide a la ciudadanía que “no hagamos un debate porque…cuando se revisa una mochila lo que se está haciendo es prevenir que puedan haber artefactos explosivos”. Posiblemente el Gobierno quiere actuar rápido. Es una manera de reconocer la importancia de la situación. Pienso que eso podríamos celebrarlos todas y todos también. Lo que nadie quiere, eso sí, es que nos precipitemos (él mismo reconoció haberse precipitado en el manejo de otro caso de disparos en la Araucanía).

Apelo a todas, todos, y todes porque erradicar la violencia es un problema complejo, que requiere nuestra acción concertada como Sociedad. Revisar mochilas en el corto plazo podría tener algún efecto preventivo, pero en el mediano plazo, el remedio puede agudizar la enfermedad. Una cosa es revisar mochilas en el aeropuerto o en el Estadio; otra muy distinta es hacerlo al interior de una comunidad. ¿Por qué? Porque esa práctica constituye a dicha comunidad en una no-comunidad; en una agrupación de individuos que no se conoce, y por tanto desconfía del otro. Se convierte en fuertes declaraciones (“yo no confío en la educación que te podemos ofrecer aquí”; “yo no te conozco, ¿quién eres?”). Ojalá este hecho nos invite a reflexionar más profundamente como sociedad en qué consiste la buena educación. Más allá del SIMCE y la revisión de mochilas, tal vez podamos prevenir mejor preguntándonos: ¿qué educación necesitan las personas para ser buenos amigos, compañeros, padres, parejas, trabajadores y ciudadanos? ¿y para convivir en paz?

Publicada en El Dínamo.

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