Sgt. Pepper’s Lonely Hearts

11 de Mayo 2017 Columnas Noticias

El próximo 1 de junio se cumplen cincuenta años de la aparición de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el octavo disco de The Beatles. Aunque no es mi álbum favorito de la banda inglesa (me debato constantemente entre The White Album y Abbey Road), me parece que su factura lo convierte en el más importante de toda su producción. Cinco décadas después todavía suena bien, revolucionario, actual. En lo que sigue de esta columna propongo tres razones para explicar esto.

En primer lugar, este es el álbum más conceptual y experimental de The Beatles, cuestión nada irrelevante considerando la prolijidad que habían logrado en 1966 con Revolver. La creación de un alter ego —Sgt. Pepper y su banda— les permitió desarrollar un sonido original y poco conocido a ambos lados del Atlántico: trompetas, violines y pianos estridentes se suceden a lo largo del disco. Es como si The Beatles se hubiera transformado en una verdadera orquesta de música pop. Ni siquiera Bryan Wilson —quien literalmente entró en shock al oír el álbum— había logrado algo así con Pet Sounds.

Por otro lado, Sgt. Pepper’s fue el punto más alto de la dupla Lennon/McCartney. Sabido es que, de ahí en más, cada uno trabajaría por separado y que la utilización de ambos apellidos para firmar sus respectivas canciones se debería más a una estrategia comercial que a una colaboración conjunta. A lo largo de este disco, sin embargo, hay momentos en que la dupla Lennon/McCartney logra niveles altísimos de sincronía. Pensemos, por ejemplo, en el bajo de McCartney en Lucy in the Sky With Diamonds, uno de los temas más conocidos de Lennon. O en la mezcla de dos canciones en una (la primera de Lennon, la segunda de McCartney) que es A Day in the Life, sonido de reloj incluido.

Finalmente, tenemos un elemento menos musical, pero igualmente interesante: la letra de las canciones y la portada del disco. Respecto a lo primero, temas como With a Little Help from my Friends dejan entrever, al menos implícitamente, que la banda estaba a favor del uso cotidiano de la marihuana y probablemente de su legalización (la frase “gethigh” es sintomática al respecto). La portada, por su parte, es un collage que resume la cultura popular (lo que se leía y oía) de esos años. Ahí aparecen Dylan, Marx y Freud. También hay referencias a los Rolling Stones (dándoles una, quizás irónica, “bienvenida”), así como figuras menos conocidas como el dramaturgo George Bernard Shaw.

Como dijera años después el productor George Martin, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band reprodujo “el sentimiento de los jóvenes de entonces” y representó lo que “eran los años sesenta”.

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