Se apareció marzo

6 de Marzo 2022 Columnas

“La agresión política… es totalmente inaceptable”. Esas fueron algunas de las palabras del ministro vocero de gobierno, Jaime Bellolio, luego de que el Presidente Sebastián Piñera recibiera una botella con agua en la cabeza de parte de una estudiante que lo increpó en medio de una actividad oficial.

El rechazo a esta situación fue transversal y no podía ser de otra forma, considerando que se trata de un ataque a la principal autoridad de la Nación, que –guste a quien guste- fue elegido democráticamente para ocupar dicho cargo.

Pero este hecho no es algo aislado. Es una muestra del ambiente de crispación que se vive en el mundo político y de la difícil relación que este tiene con la ciudadanía hace ya varios años y gobiernos. Y, obviamente, será parte del país que recibirá Gabriel Boric cuando asuma, este viernes 11.

La desazón ciudadana será precisamente uno de los puntos en los que tendrá que trabajar el próximo Ejecutivo. De hecho, las encuestas muestran que este sinsabor solo ha empeorado desde 2019 y que incluso ya se verifica también hacia la Convención Constituyente, aun cuando esta surgió como una respuesta a la crisis que detonó el estallido social. El sondeo de Criteria mostró esta semana que ninguna institución supera el 60% de aprobación y el gobierno actual apenas logra un 17% de valoración positiva. Qué decir de los partidos políticos, que -subsumidos en el peor de los mundos- no llegan ni siquiera a los 5 puntos.

La constituyente tampoco está por sobre el pesimismo ciudadano. De hecho, en la misma medición, apenas un 31% de los consultados aprueba cómo esta institución está realizando su trabajo. Cuesta encontrarle sentido a aquello, considerando la amplia mayoría por la que ganó el Apruebo. Pareciera ser que una vez que la convención se instauró, pasó a convertirse, para el ciudadano de a pie, en una entidad “política” más, entendiendo el concepto de la manera más negativa posible.

El problema es el ambiente y la porfía de la élite gobernante –de todos los sectores- que insiste en cometer errores –a veces horrores- de los cuales la ciudadanía está cansada. Pareciera ser que, como dice la célebre frase que se le atribuye al presidente norteamericano JF Kennedy, “todas las madres quieren que sus hijos crezcan y se hagan presidentes, pero no quieren que mientras tanto se conviertan en políticos”. La desazón ciudadana con el sistema y las instituciones serán un hueso duro de roer para Boric y su equipo, muchos de ellos debutantes en estas lides o con poca experiencia en ellas.

Porque, además, el mundo político no ayuda mucho a mejorar la percepción ciudadana. Hace un par de semanas los “trapitos” del debate interno constituyente se ventilaron ampliamente, luego de que los representantes de la derecha dijeran sentirse ninguneados por un pleno que no demuestra “moderación”. Ante ello, el exvicepresidente Jaime Bassa les recordó que “son minoría” y que les cuesta no “tener la sartén por el mango”.

El debate además ha subido de tono en varias ocasiones con actitudes impresentables. En una de ellas, Teresa Marinovic trató con duros garabatos a César Valenzuela, enojada porque no se le daba la palabra. Esto, solo unos días después de insultar a la convención con epítetos irreproducibles en este medio.

Y, como si fuera poco, el anuncio de Rodrigo Rojas Vade –el convencional que llegó a la entidad basando su campaña en un falso cáncer- de su intención de volver a su cargo a falta de un reglamento que le permita renunciar, encendió todas las alarmas. Lo bueno es que apuró al Senado para iniciar la discusión al respecto.

Ahora, la convención no es la única entidad en la que los exabruptos y la noción de conflicto como eje central de la actividad política se han convertido en un habitué. Las palabras del secretario general de RN, Diego Schalper, en una reunión de dirigentes de ese partido al inicio de esta semana dan muestras de aquello, a partir del llamado a “quitarle fuerza moral a la convención”, lograr que el partido haga “oposición con todo” y se dedique a “atrofiar” al gobierno de Boric apenas este asuma.

La lista de conflictos que muestran lo peor de la política nacional requeriría probablemente varias páginas de este diario. Pero lo cierto es que en el mundo político se apareció marzo –como reza el comercial- y que esta es la atmósfera crispada y agitada en la que asumirá este viernes Gabriel Boric y a la que deberá hacer frente durante los próximos cuatro años, quizás con una luna de miel mucho más corta de lo que habría deseado.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram