Pan con queso derretido

20 de Enero 2022 Columnas

Todo lo que viene es personal… y al mismo tiempo no. A lo largo de los años, El Mercurio de Valparaíso ha tenido la generosidad de publicar
textos míos en su espacio titulado “columnas de opinión”. Una columna de opinión es casi un género, en la medida en que tiene sus requisitos: debe serbreve y estar relacionada con la contingencia nacional o internacional. Y ya que se trata del Mercurio de Valparaíso, de preferencia con la contingencia regional.

Es por eso que he titulado esta recopilación de columnas como La palabra efímera, ya que toda contingencia lo es. ¿Qué tiene que decir una
profesora de literatura sobre la contingencia en cualquiera de sus modalidades? A lo largo de los años, de vez en cuando, algunas personas del todo
desconocidas, me han contactado para decirme que se han sentido tocadas, que algo de esas líneas les ha generado sentido o que simplemente se han sentido identificadas.

Un par de veces, debo reconocerlo, me han buscado para reclamar y decirme que se han sentido ofendidos. Pero, como dice el bolero, “odio quiero más que indiferencia” y también acogí esas señales. Una columna de opinión, tal como lo entiendo desde mi disciplina, es una botella al mar. Flota a la deriva y puede que alguien la recoja como puede que no. Dos requisitos de la columna me han sido siempre complejas de asumir: la contingencia y la brevedad.

Muchas veces se trata de temas que el medio periodístico dicta, o circunstancias locales que van y vienen. ¿Qué puede decir una persona ligada al ámbito literario sobre la caída de las acciones, sobre las votaciones de alcaldes o sobre el uso de los parquímetros? Y la brevedad se me presentó también como una restricción ya que es necesario profundizar en muchos aspectos para desarrollar una idea. Y, sin embargo, una y otra vez la contingencia me apelaba a escribir unas líneas, me sentía tocada a dar forma a un sentir, idea o molestia desde una pluma humanista.
Si alguna de estas columnas llegó a otra persona entonces hay algo mágico que ha valido la pena. ¿Por qué publicarlas ahora en formato de libro,
por qué no dejar que ese rasgo de efímero haga lo que tenga que hacer?

Tengo que reconocer que la pandemia nos ha puesto a muchos frente a la posibilidad cierta de la muerte. Y ya en esta situación cada uno busca en su
historia aquello que es y que ha sido. Me imagino que ni los grados académicos, ni los artículos de investigación me servirán como moneda de pago para cruzar el Aqueronte en la barca de Carón. Pero quizás una palabra que haya llegado a otra persona, quizás sí…. quizás no.
Por eso, en un gesto vano y vanidoso, esta recopilación es un intento por trascender una soledad y alcanzar a otros mediante mi instrumento de trabajo: la lectura y la escritura. Muy en el fondo, en la hora de la verdad, nunca he dejado de ser una niña que lee pierna arriba en un sillón desvencijado, con un gato en el regazo y comiendo un pan con queso derretido al microondas. Con los años, esas lecturas se convirtieron en clases, en formulaciones un poco más complejas si se quiere… pero las columnas de opinión me parecen, en su rasgo de efímeras, más honestas, más simples y por lo mismo, más vitales. Y de eso se trata todo esto, de retrasar un poco ese día inevitable.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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