Navidad en 1922

25 de Diciembre 2022 Columnas

Revisar la prensa de hace un siglo en lo que respecta a la Navidad, en términos generales, no resulta tan diferente a lo que encontramos hoy en los diarios. Hacia 1922, la imagen del Viejito Pascuero, aunque vestido de otros colores, no se aleja, salvo por el sobrepeso propio del siglo XXI, de la que tenemos en la actualidad.

En esta línea, uno puede ver en las páginas de los diarios una gran cantidad de ofertas relacionadas con estas fechas. La tienda Andes-Pombal y Douro, por ejemplo, ofrecía para la Pascua, Champaña St. Marceaux y ricos Oportos para acompañar la cena, lo que vendría muy bien el 2022.

La Confitería y panadería la Virreina de Viña del Mar, por su parte, anunciaba que la celebración de Pascua y Año Nuevo consistía en que en ninguna casa faltara por esos días las exquisitas mercaderías que ofrecían en símbolo de estas grandes fiestas y que incluían: Pan de Pascua estilo milanés; gran surtido de adornos del árbol de Pascua; turrones de Alicante, mazapán, yema, fruta, rosas, girlach, etc.. A esto se sumaban los huevos de Pascua, la insufrible fruta confitada y los deliciosos pavos y pollos asados. Por estas compras se obsequiaban descuentos del 20% o cajas de cohetes, medias de pascua, cajas de bombones, estuches de fantasía y otros artículos de alta novedad.

Si se trata de regalos, la Compañía General de Perfumería se presentaba como una buena opción de Pascua y Año Nuevo. Según ellos, usted podía hacer muy buenos regalos con poco dinero, eligiendo los artículos de elaboración propia, polvos, colonias, jabones, cremas, esencia y etc.

Para alegrar las fiestas, Grimm & Kern, en su edificio de Esmeralda, frente a El Mercurio, ofrecía fuegos artificiales, globos para elevar con un gran surtido en colores y figuras para iluminar el cielo en Noche Buena. Todavía nadie se hacía cargos de todos los riesgos que esto implicaba.

Quizás donde más se nota la distancia entre nuestro mundo y otro situado a un siglo de distancia, sea en la marcada diferencia de género que existía en los regalos y no me refiero solo a la distinción entre niños y niñas, sino también para adultos.

La Compañía de Gas de Valparaíso, por citar un caso, aseguraba que una cocina a gas era el mejor regalo que “Ud. puede hacerle a su esposa”. Con este presente, aseguraba el aviso, evitará todas las molestias de la leña, del carbón, de la ceniza, del hollín y de los disgustos con las cocineras.

Las tiendas, en tanto, y en una práctica que cambió hace poco, tenían claramente diferenciados las muñecas, cocinitas, cordeles para saltar y canastos costureros para las niñitas, mientras que para los niños existían los uniformes, escopetas, soldados, tambores, trenes, carretones y bicicletas.

Este sesgo se reforzaba con una nota del día 25 de diciembre de 1922 en la que se señalaba: “La muñeca despierta en la niña el sentimiento de madre, rompe el capullo de su ternura y la prepara para cumplir sus deberes futuros”. En el caso de los niños: “Todos los oficios y todas las procesiones tienen sus representaciones entre estos diminutos hombrecitos con viseras de hierro y alma de resorte (…) Vean nuestros modelos: el gentleman, el músico, el soldado, el barrendero, el cazador”.

Otro rasgo distintivo de la Navidad de aquellos años era una industria próspera, un comercio boyante y el compromiso de la élite con los de escasos recursos, ofreciendo una fiesta masiva en la que se hacían concursos, carros alegóricos y, por supuesto, se repartían regalos. En esa ocasión, el evento lo organizó la Policía en la avenida Brasil, contó con la presencia de las autoridades de la época y empresarios, en una época en la que estos abundaban en el puerto. Entre las ayudas a los más necesitados se destacó el de la fábrica de galletas de los señores Hucke y Cía., que aportó con galletas y helados; la Pastelería Ramis Clar; los hermanos Schüller Hnos. y la Panadería de los señores Rioja y Cía. Ninguna de las familias pudientes de la zona quería estar al margen de esta fiesta.

Finalmente y de forma inesperada, nos encontramos que estas muestras de solidaridad y preocupación por el prójimo que vemos en 1922, vuelven a aparecer luego de la desgracia que afectó a una parte de Viña del Mar este jueves y que ha dejado a muchas familias sin sus hogares. Sin quererlo, el incendio ha vuelto a despertar esa preocupación por el próximo que era algo característico en esta fecha hace ya un siglo, devolviéndole el verdadero sentido a esta Navidad.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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