Los dos Boric

20 de Diciembre 2021 Columnas

Ayer por la tarde, el Presidente Piñera sostuvo una conversación con Gabriel Boric, el Presidente electo, para felicitarlo por su triunfo. Poco antes, José Antonio Kast había también felicitado a Boric, le había deseado suerte y le había ofrecido su colaboración, porque “Chile siempre está primero”. Estas conversaciones fueron como una especie de déjà vu de épocas menos polarizadas: todos se trataron con cortesía y respeto y, tácitamente, se reconocieron recíprocamente como legítimos contendientes. Durante esos breves —pero importantes— momentos, se esfumó la crispación y se cumplieron las tradiciones republicanas.

¿Era muy difícil comportarse de este modo, civilizado y prudente, antes? ¿Tan difícil resulta cuidar el ethos democrático?

Hace pocos días Boric, y a propósito de que la Corte Penal Internacional desestimara una investigación preliminar contra Piñera, decía que “todos los chilenos y chilenas fueron testigos cómo el Presidente Sebastián Piñera le declaró la guerra a su propio pueblo”. En su conversación de ayer con Piñera decía, en cambio, que era “un honor” para él —sí, para Gabriel Boric— hablar con el Presidente. Asimismo, en un punto de prensa, ese mismo día por la mañana, Boric acalló a un grupo de sus partidarios y les aclaró enfáticamente que respetaría el resultado de la elección, fuese este cual fuese. La pregunta inevitable, entonces, es ¿cuál de los dos Boric nos gobernará? ¿El que intentó varias veces destituir a Piñera o el que se siente honrado de su felicitación? ¿El que votó en contra de la ley antibarricadas o el que apoyó —con valentía, es justo decirlo— el Acuerdo del 15N? ¿El que recriminó a un periodista por sus preguntas o el que se desmarcó de las acusaciones de boicot que lanzó Izkia Siches ayer?

Solo uno de los dos puede alcanzar la estatura de un estadista, es decir, la estatura de quien deja un legado que trasciende las discusiones partidarias para establecer, en cambio, instituciones en las que esas discusiones se puedan desenvolver y llevar a cabo. Esa es, por cierto, una gran responsabilidad, pero es la responsabilidad que, para bien o para mal, debe afrontar, al menos por la parte que le toca, el próximo Presidente de Chile.

Sin embargo, la conducta del ahora Presidente electo Boric ha sido, en el mejor de los casos, zigzagueante. Pero el país no está para esos vaivenes. Al desorden y a la violencia hay que sumar ahora los nubarrones de la tormenta económica que se avecina. Además —todo sea dicho—, él tiene muy malas compañías. Por lo mismo es de esperar que sea uno de los dos Boric el que luzca la banda presidencial: aquel que ha sabido, al menos por momentos, abandonar el espíritu faccioso, tan propio de la política universitaria en que se formó.

Publicada en El Mercurio.

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