Lastesis y el acuerdo perdido

8 de Diciembre 2019 Columnas

Primero lo corearon en Valparaíso y Santiago. Luego fue Francia, Colombia, España y México, entre otros países. El himno del colectivo Lastesis –denominado “Un violador en tu camino”- y su letra llena de fuerte contenido en pos de la igualdad de la mujer y en contra de la violencia machista, trascendió fronteras.

Pero no solo fueron límites geográficos los traspasados, sino también etarios. La performance llevada a cabo por más de diez mil mujeres “senior” –sobre 40 años- esta semana en Santiago y replicado en varias ciudades, fue muestra de aquello. Ya no son solamente jóvenes las que cuestionaron al Estado heteropatriarcal y rechazaron la violencia en contra del mal llamado sexo débil, sino también sus madres y abuelas. Las mismas que callaron durante toda su vida y que hoy –siguiendo el ejemplo de las hijas y nietas- salieron a la calle.

Con una pegadiza base musical y una letra que pone los pelos de punta, la multitudinaria agrupación de mujeres coreó frases tan fuertes como “y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, “el patriarcado es un juez que nos juzga por nacer, y nuestro castigo es la violencia que no ves. Es feminicidio. Impunidad para mi asesino. Es la desaparición. Es la violación”. Y quizás la más espeluznante: “El violador eres tú”, con miles de ojos tapados por un paño, acompañado de igual cantidad de dedos apuntando hacia el frente.

Pese a la potencia de la performance, la manifestación de Lastesis senior fue absolutamente pacífica, al igual que las de las jóvenes porteñas del pasado 25 de noviembre. Allí no hubo desmanes, ni saqueos, ni incendios. Solo mucha fuerza femenina apuntando hacia un enemigo común: la violencia machista, que no discrimina entre oficialismo y oposición, aunque cada una tenga su propia postura política.

Porque como señaló esta semana la académica Fabiana Rodríguez-Pastene, Lastesis son antipatriarcales, ese es el sistema que demandan derribar. Limitarlas a una ideología en concreto, queda corto, mezquino. De acuerdo a la docente, “centrar el foco en su postura política es instrumentalizar una lucha que es de todas, que no tiene necesariamente color político”.

En realidad, se trata de manifestaciones que no tienen que ver con los 30 pesos del metro, los dos años de gobierno de Sebastián Piñera o los 30 años de democracia a medias, sino que trascienden a aquello, poniendo en el ojo público siglos de una cultura de desigualdad y de violencia en contra de la mujer.

Así, precisamente son estas abuelas, madres, hijas y nietas las que devolvieron al movimiento ciudadano que comenzó el 18 de octubre a sus orígenes: a la necesidad de una sociedad más justa e igualitaria. Porque no solo de pensiones y sueldos se vive, sino también de una dignidad que no siempre es reconocida, por culpa de una desigualdad cultural instalada desde siempre y que las golpea en temas materiales, pero también en materias mucho más relevantes, como la seguridad propia y el reconocimiento del otro como un igual al que se debe respetar.

Lamentablemente y aunque parezca una paradoja, justo en este escenario el oficialismo y la oposición se dieron un portazo en las negociaciones técnicas con miras a la nueva Constitución. El acuerdo se les perdió.

Aunque irónico a la luz de los últimos hechos, precisamente el punto de choque es el tema de las cuotas, tanto para mujeres como para pueblos originarios, en torno a la posible convención constituyente, sobre todo considerando –como lo ha recordado la derecha- que, en el pacto original, del 15 de noviembre, se habló de utilizar el mismo mecanismo de las elecciones parlamentarias.

El problema está en que, en aquel sistema, los pueblos originarios no existen y las mujeres, a partir de la ley de cuotas, tienen una participación bastante simbólica, por cuanto solo se considera que debe haber cierta representación (al menos 40%) en las candidaturas, pero no entre los parlamentarios electos. ¿El resultado (en un país acostumbrado a encontrar la trampa en todo orden de cosas)? Solo alrededor de un 20% de los diputados son mujeres, pues los partidos se las arreglaron para instalar postulaciones femeninas que no tenían ninguna opción de ser electas y que en realidad solo podían “acompañar” a los futuros parlamentarios.

¿Es aquello lo que la ciudadanía espera para la convención que deberá discutir la nueva Carta Fundamental? Ciertamente no y Lastesis lo dejaron claro esta semana. Porque una Constitución en la que las mujeres no estén presentes, borrará con el codo lo que se ha escrito en este movimiento.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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