Las mujeres de Boric

24 de Enero 2022 Columnas

No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla, reza el dicho. Y así, llegó la fecha límite que el presidente electo, Gabriel Boric, había comprometido para dar a conocer su gabinete. Un equipo que, como siempre sucede, había generado una alta dosis de especulaciones, fuertemente alimentadas en redes sociales, donde las listas hacían nata hace ya varios días.

Como ha sido la tónica desde la campaña, este nombramiento estuvo lleno de simbolismos, marcados por este concepto casi místico que se ha generado en torno a la figura del mandatario electo –que él mismo ha pedido se modere- desde que su equipo decidió subirlo en un árbol en Punta Arenas.

Las señales fueron variadas. Partiendo por el lugar escogido para la ceremonia, en Quinta Normal, muy lejos del centro neurálgico del poder, como lo explicó el mismo Boric: “Nos comprometimos a ser un gobierno ciudadano, de puertas abiertas, cercano y que siempre esté del lado de la gente”.

La edad de quienes compondrán su equipo es también un elemento a considerar: no hubo ahí una “retroexacvadora” de los jóvenes hacia los más “viejos”, sino una mezcla virtuosa entre –citando al nunca bien ponderado Ricardo Arjona-, experiencia y juventud. Así, convocó a personajes como el socialista Carlos Montes, que supera las siete décadas, pero también a varios sub 60, sub 50 y sub 40. De hecho, este grupo no es el de menor edad desde el regreso a la democracia, pues el promedio en el primer gabinete de Ricardo Lagos fue de 46,5 años y en este es de 49.

La militancia de quienes acompañarán a Boric en esta primera etapa también llamó la atención. Si bien en un comienzo se pensó que la mayor parte de las carteras serían ocupadas por miembros de Apruebo Dignidad y que –eventualmente- el Partido Socialista podría tener alguna mínima representación, lo cierto es que se generó una transversalidad mayor, incluyendo también a representantes del PPD, el PRSD y el Partido Liberal. La única tienda de la centroizquierda que quedó fuera es la DC, por primera vez desde el regreso de la democracia.

Pero el símbolo más potente tiene que ver con que el gabinete esté compuesto mayoritariamente por mujeres. Ya Michelle Bachelet en su primer gobierno había iniciado este camino al instalar un equipo paritario y Piñera intentó apuntar en la misma línea en su segundo mandato. Ahora, con una mayoría clara, se da un paso fundamental en el reconocimiento del aporte femenino, en un país en el que recién tuvimos ministras a partir de Eduardo Frei, a mediados de los noventa. Y ojo, que apenas fueron tres.

Las movilizaciones feministas y el cambio generacional han redundado en que las políticas públicas reconozcan la contribución de las mujeres y que su presencia sea una obligación moral y ética, por lo que las señales en este sentido han ido in crescendo. Un paso relevante fue el cambio del sistema electoral en el que se determinó por primera vez la paridad en las candidaturas al Congreso a partir de las elecciones de 2017 y luego la normativa que estableció que en la Convención Constitucional debía haber igual número de constituyentes de ambos géneros.

Hoy, Boric aumentó fuertemente la cantidad de mujeres y estas serán más que los hombres en el equipo, en una proporción 14 a 10. Es decir, un 58% de los integrantes del gabinete serán ministras, lo que contrasta con el 39% del segundo gobierno de Bachelet o el 30% de Piñera. Igualmente decidor es que en el comité político también habrá más ministras que ministros.

Pero además, probablemente lo que aparecerá en los libros de historia será el nombramiento de la primera titular del Interior, Izkia Siches, pues en los más de 200 años de nuestro país siempre el jefe de gabinete había sido hombre. La potencia de esta decisión es incuestionable y solo comparable -guardando las diferencias- con la designación, en su momento, de Bachelet como la primera mujer a la cabeza de Defensa.

En una semana que había estado marcada por la polémica debido a la decisión de la antropóloga Irina Karamanos –pareja del presidente electo- de asumir como primera dama para reformular el cargo desde adentro (lo que generó una serie de críticas de organizaciones feministas e incluso desde el mismo FA, además de vomitivas intervenciones en redes sociales como la de Tomás Jocelyn Holt que la trató de “concubina” y “su negra”), lo cierto es que la apuesta por mujeres en extremo potentes, muchas de ellas desde la academia, para asumir la mayor parte del gabinete, abre la puerta a un estilo de liderazgo distinto, más amplio y, por sobre todo, justo.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso

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