La soldado Goic

30 de Octubre 2016 Noticias

“Soldado que arranca, sirve para otra batalla”, dice el adagio popular. Y algo así parece estar sucediendo con la Democracia Cristiana y su decisión de “congelar” las relaciones con el gobierno de Michelle Bachelet, en el peor momento de su gestión.

Este episodio no es nuevo, sino más bien un “remake” de una película que se ha visto en otras ocasiones y que siempre ha mantenido al partido de Goic con un pie en la centroizquierda y otro en la centroderecha. Tanto, que tras la primera administración de la Jefa de Estado, varios de sus militantes terminaron en puestos de confianza del mandato de Sebastián Piñera.

Sin embargo, hace un buen rato que la DC estaba dormida. Ya no era la heredera de la Falange que golpeaba la mesa e instalaba a sus figuras a gusto, como sucedía en los ’90 e incluso en el primer periodo de Bachelet. El monstruo de la flecha roja hibernaba en espera de tiempos mejores, pues -a contrapelo de varios de sus militantes históricos, como Mariana Aylwin o Ignacio Walker- entendieron que para llegar a La Moneda en 2014 era necesario pactar con el PC. Aunque el acuerdo hubiera que pegarlo con chicle.

Pero ahora, cuando vuelve a ser el partido más votado -y por mucho- del conglomerado, el chicle no aguanta más. Ya había peligrado a raíz de proyectos de corte valórico, como el aborto, donde el partido de Goic se sintió vulnerado. O en otro tipo de iniciativas, como la reforma educacional y los cambios a la educación subvencionada.

Hoy, tras las peores municipales para la coalición oficialista desde el regreso a la democracia y con un gobierno con niveles históricos de desaprobación, la DC se da cuenta de que es momento de golpear la mesa y poner un “parelé” a un Ejecutivo que no los está representando. Sobre todo, pensando en que hay un 70% de almas nacionales que se abstuvo de votar y que perfectamente podría ser “seducido” -en parte al menos- para respaldar una candidatura de centro en las próximas presidenciales de 2017.

La DC renació tras la jornada del 23 de octubre, como un partido en el que las fichas están, en general, ordenadas bajo la conducción de Goic y un Consejo Nacional que respalda la “ley del hielo” hacia el gobierno. Pero ahora, para pensar en el 2017, la tienda necesita un pacto que la sustente. Y, se quiera o no, la coalición oficialista tendrá que ordenarse en torno a una figura que la represente ante este esquivo electorado. Sea Ricardo Lagos o no. Y el proceso incluirá una definición, en primer lugar, en cuanto a quienes formarán parte de este matrimonio, aunque sea por conveniencia. Porque lo que está claro es que la Falange no parece dispuesta a renovar los votos sagrados con el Partido Comunista. Y algunos incluso dudan de hacerlo con el PPD.

¿Con quién entonces formarán esta nueva familia? Probablemente con el Partido Socialista, aunque es difícil saber con quién más y bajo qué condiciones. Porque lo primero que tendrá que hacer el oficialismo es definir cómo recompondrán las relaciones tras esta crisis. Cómo dejarán atrás situaciones como las vividas aquí, en la V Región, donde la ex ministra PS, Paula Quintana, renunció a su militancia porque no estaba dispuesta a respaldar la candidatura del independiente en cupo PPD, Leopoldo Méndez. O las declaraciones del presidente regional de ese partido, Mauricio Viñambres, respecto de que le “daba vergüenza” la postulación del cantante.

Tampoco está clara la manera en que sanarán las heridas entre el PPD y la Democracia Cristiana local, donde muchas voces se negaron a respaldar al músico, tras la derrota en primarias de Omar Jara. Y a nivel nacional, cómo convencerán a la DC de que no han sido sólo un “arroz graneado” en este gobierno, basado en la teoría de la retroexcavadora.

Quizás este sea el inicio de radicales cambios en la política chilena -como se conoció desde el regreso a la democracia- que obligaba a la instalación y mantención de los dos grandes conglomerados, en los que sí o sí la DC debía llegar a acuerdos, ceder y “bajar el moño”, en pos de la sobrevivencia de la centroizquierda. Como ya lo han adelantado figuras falangistas, como el exministro Edmundo Pérez Yoma, con el advenimiento del sistema proporcional que regirá por primera vez en las próximas parlamentarias, es probable que el partido de Goic se sienta lo suficientemente envalentonado para intentar algo nuevo. Y, con suerte, salir airoso de aquello.

En este escenario, para la DC se vuelve esencial apelar a ese 70% de invisibles que no participaron de la municipal. Y desde ese prisma, es probable que la lectura de la realidad política actual les haga más “rentable” arrancar y poner las fichas en la próxima batalla.

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