Que duda cabe que el acuerdo logrado por los principales partidos políticos la madrugada del 15 de noviembre es un hito histórico. Este compromiso entregó esperanza hacia una solución institucional para la actual crisis socio política que atraviesa nuestro país. Sin embargo, debemos ser conscientes de que incluso bajo el más positivo de los escenarios, donde una significativa mayoría de los chilenos esté de acuerdo tanto con la forma como con el fondo de una nueva Constitución Política, este proceso tomará tiempo.

Más allá de los diversos diagnósticos posibles que explican el estallido social, y de la multiplicidad de demandas que brotan de esta tierra fértil. No se deben perder de vista las necesidades más urgentes que deben ser atendidas aquí y ahora. La población espera soluciones en el corto plazo que mejoren su calidad de vida y contribuyan hacia un sentimiento de justicia diferente.

Este “Acuerdo por la Paz Social y nueva Constitución”, ha entregado un respiro a la Moneda, pero no debe distraer al ejecutivo de su agenda social, es urgente que se aborden concreta y responsablemente los temas de salud, pensiones, salarios y servicios básicos. Para diseñar e implementar esta agenda se requiere de pragmatismo y sentido de realidad. El balance entre políticas de corto plazo y una nueva estrategia de desarrollo de largo plazo es complejo de lograr y sin duda también necesita de generosidad desde todos los sectores, y para que decir, de paz social.

Hoy no existen los espacios para restarse, todos deben participar para lograr más y mejores acuerdos, tanto para avanzar hacia una nueva constitución como para lograr mejoras sustanciales en la calidad de vida en el corto plazo. Hay que comprender que millones de chilenos luchan día a día por subsistir, para todos sin presente no hay futuro y por lo tanto si no se lograr compromisos sustentables para lo urgente, difícilmente la nueva constitución política nos traerá ese anhelado futuro esplendor.

Publicado en La Segunda.