La niña y sus pretendientes

7 de Abril 2019 Columnas

La Municipalidad de Viña del Mar parece estar sin poder salir de la resaca festivalera, atrapada por sus problemas económicos. Con los Backstreet Boys lejos de la ciudad, a la alcaldesa no le ha quedado otra opción que enfrentar los cuestionamientos por los malos manejos económicos de su municipalidad. A las críticas de los concejales, se sumó ahora la del Contralor, Jorge Bermúdez, y la de la Fiscal Regional, Claudia Perivanchi, quien ya anunció, en entrevista en este diario, que analizará las cifras de la Municipalidad.

Las actuales circunstancias hicieron pasar por alto una fecha importante para la historia de la ciudad que tiene, justamente, relación con la Municipalidad. Nos referimos al 4 de abril de 1879, cuando Eulogio Altamirano, Intendente y Comandante General de Marina, informaba del decreto que daba cuenta de la creación de la Municipalidad de Viña del Mar.

Había transcurrido un lustro desde la aprobación de la fundación de la ciudad, ocurrida el 29 de diciembre de 1874, por el intendente de la época Francisco Echaurren, quien validó el proyecto elaborado por José Francisco Vergara. Un completo plano que incluía las dimensiones de las manzanas, nombres de las calles y de las plazas, entre otras especificaciones. A cambio del reconocimiento, Vergara se comprometía a proveer de agua potable, ceder los terrenos para las calles y plazas, edificar una iglesia, escuelas, cementerio y un hospicio, mercado, juzgado y otros edificios públicos.

Pasó poco tiempo y, en un par de años, como relata Carlos Larraín en su historia de Viña del Mar, la ciudad ya contaba con cerca de 30 edificios, incluido el gran Hotel de la calle Álvarez, financiado por el mismo José Francisco Vergara.

De regreso a 1879, el Presidente de la República, Aníbal Pinto, en medio de los enfrentamientos que daban inicio a la Guerra del Pacífico, respondía de forma positiva la solicitud de los vecinos y validaba lo informado por el Intendente de la provincia de Valparaíso. La decisión se fundamentaba en “la importancia de esa localidad por la población que contiene, por el desarrollo de su industria y comercio y por el espíritu de progreso que anima a sus habitantes”.

Una vez recibida la noticia, el Intendente Altamirano mandó a que se publicara por bando en la cabecera del territorio de la nueva municipalidad y en los diarios de la ciudad.

El diario El Mercurio de Valparaíso celebró el decreto en su crónica: “Felicitamos a los viñamarinos por haber entrado ya en la categoría de los pueblos que tienen una representación local. Es verdad que hasta ahora Viña del Mar se enorgullecía de su importancia, porque en materia de gobierno había sido el albergue hasta de nuestros presidentes, si bien era un honor transitorio o temporal. Hoy, sin renunciar a ese honor, ha adquirido un nuevo título a la consideración pública”.

Representando los valores y estereotipos de la época, el medio hacía la siguiente analogía: “Puede decirse que ha llegado a uno de esos periodos más importantes de la vida, como el de la mujer cuando por primera vez va a ponerse vestido largo ¿Y no habrá fiestas para conmemorar ese acontecimiento? Lo que sabemos es ya hay empeños para conseguir algunos empleitos. La niña empieza, pues, a tener sus pretendientes”.

Pasaron los años y la ciudad balneario se transformó, a inicios del siglo XX, en una ciudad industrial. Una décadas más tarde, la instalación del casino cambiaría su faz, como también las medidas impulsadas por Gustavo Lorca para transformarla en un polo turístico, reloj de flores y Festival de la Canción incluidos. Transcurrido el tiempo, da la sensación que esa ciudad próspera “se durmió en los laureles de sus jardines”, hasta llegar a la crisis que observamos ahora.

Paradójicamente, una de las que debería ser de las ciudades más prósperas de Chile, ha terminado siendo fagocitada por quienes, retomando la crónica de El Mercurio de 1879, hicieron empeños para conseguir algunos “empleitos”. La niña, parafraseando al mismo diario, pareciera estar muy endeudada. Pese a eso y al igual que hace 140 años, no deja de tener pretendientes, porque saben que sigue siendo un trampolín para candidatos y candidatas para llegar a La Moneda.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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