La Moneda y el 10%: ¿hielo, fango o piedras?

27 de Julio 2020 Columnas
Para analizar la situación en que se encuentra hoy La Moneda, después de la derrota en el tema retiro de hasta el 10% de los fondos en las AFPs, es útil hacerlo en contexto millenial, la que se puede sintetizar en la pregunta: ¿hielo, fango o piedras? La coyuntura según noveles analistas (como Hugo Herrera) apuntan a la “falta de un relato” sustantivo, que movilice a la ciudadanía tras un proyecto de país, colocando en el “excesivo economicismo” la raíz de la falla. De esta forma, plantean que es la propia trayectoria del Presidente y no un sustrato ideológico dado, la que, como la de un velocista en pista de hielo resbaladizo, que debiendo mantener la distancia entre el sector que privilegiaba la mantención del modelo económico y el otro donde se encontraban las mayorías, le permitieron acceder al poder dos veces. En este sentido, Piñera habría privilegiado la maniobrabilidad en el “hielo”, en vez de cargar una mochila ideológica, lo cual, finalmente, explicaría la situación actual.
Pero esa explicación omite algo sustantivo: la implementación de la institucionalidad chilena estuvo en manos de la Concertación. Más allá, de la falta de sustrato ideológico en la derecha, cualquier explicación de la crisis de legitimidad actual debe incluir también el actuar de la coalición que estuvo al mando del país por más de 20 años. Y, al respecto, si a Piñera se le acusa de jugar en el “hielo”, la Concertación jugó en exceso en el fango: vanagloriaban y renegaban simultáneamente los logros del modelo heredado. Esa ambigüedad, que, como un fango movedizo, primero erosionó la credibilidad de los presidentes DC y luego se extendió a todo “el partido del orden”, incluyendo a Lagos y los autocomplacientes e, inclusive, en la última semanas, lo del 10% patentó que el fango llegó a parte de la derecha. Entonces: ¿podemos juzgar a Piñera, cuando los mejor aspectados precandidatos de su sector (Lavín y Ossandón) en la materia del 10% lo sobre pasaron por su izquierda? ¿Si al final son también poco nítidos respecto a la institucionalidad?
Pero lo peor de todo fue la introducción de las piedras: cuando Bachelet para no correr la misma suerte de Lagos y los autocomplacientes, abrió el camino, extendiendo la Concertación a incluir al PC y el FA en la Nueva Mayoría. Este intento por salir del fango de la ambigüedad, dio el paso sustantivo en la erosión del mercado y de la propia democracia, toda vez que ningún auto complaciente fue capaz de defender la Transición (ni a la Concertación, por la acusación de obvia falsedad a la simultanea vanagloria y renegación por lo obrado).
La Moneda se encuentra hoy en la necesidad de transitar por el itinerario electoral más intenso de nuestra historia, donde está sobre la mesa el verdadero fin de la transición. Si bien el proceso que se nos avecina es incierto, su sostenibilidad pasará también por las reglas del juego. En este sentido, por un lado, parece ser deseable avanzar hacia un marco más armónico entre ejecutivo y legislativo. Después de todo, nunca está de más recordar que hay sólo una democracia de mercado plena con régimen presidencialista (EE.UU.), todas las demás son parlamentarias. Y, por otro lado, como lo ha venido destacando el constitucionalista Jorge Correa, para avanzar hacia un mayor parlamentarismo, es necesario contar con un sistema electoral mayoritario en la elección de los legisladores. De los objetivos y estrategia del Presidente, desde el 15 de noviembre pasado ya es sabido que en la opción Apruebo esta uno de los pasos claves. De hecho, la estridencia e intensidad del tema “internas RN” se deriva de ello, toda vez, que de realizarse las elecciones de RN después del plebiscito constitucional, la esperable derrota del Rechazo, dejaría a Desbordes como favorito, a pesar de los esfuerzos de Carlos Larraín y sus operadores.
Así las cosas, es clave que el Presidente pueda terminar su periodo, avanzando (ojalá llegando) hacia una nueva institucionalidad política y electoral, que en ningún caso es fácil o simple. Sin embargo, de su éxito depende que Chile termine su transición y se deje atrás la ambigüedad (fango) y/o la posible reversión del proceso (piedras). Es de un mínimo de realismo el entender que se le debe otorgar todo el apoyo en esa tarea. Con cualquier posicionamiento más a la derecha, ya se habría involucrado en disputas en que la fuerza se habría hecho necesaria. Por otro lado, de haber hecho más concesiones por su izquierda, habría erosionado el apoyo de los inmovilistas; los que aun reivindican los amarres y el binominal, y; que como plantean los RN de Larraín y la mayoría de la UDI, sólo aceptaron el centrismo de Piñera, como un mal menor. Este no es el momento de andar mirando el pasado, ni buscando culpables o prediciendo fracasos, el futuro de Chile depende que el Presidente resuelva lo que en clave millenial se llamaría: ¿hielo, fango o piedras? Por Chile, la democracia y el progreso, se le debe otorgar todo el apoyo que sea necesario, su éxito puede depender de ello.

Publicado en Emol.

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