La mentira del superlunes

8 de Marzo 2017 Columnas Noticias

Junto con marzo vuelven el horario de trabajo, las clases y las matrículas. Supuestamente, también, aparece una fuerte presión para la ciudad. Pero el superlunes es una mentira. La congestión no vuelve a su estado normal del año en un día, sino que se incrementa paulatinamente y de manera constante. Si se suman el incremento de personas y el incremento de vehículos, producto del crecimiento de la ciudad, el fenómeno es más complejo que el primer lunes de marzo.

En este escenario de un continuo aumento de la necesidad de movilidad, las ciudades —inclusive las chilenas— han mostrado cómo sus residentes toman decisiones cada vez más sensibles a este factor, y por ende a tener un mejor bienestar.

Las zonas más centrales, y las más cercanas a los lugares de trabajo y estudio, son cada vez más atractivas para vivir, mientras que las zonas más periféricas y alejadas han disminuido su atractivo a medida que viajar diariamente desde ellas toma más tiempo.

De hecho, la gran mayoría de las comunas más alejadas de los centros de empleo en Santiago han disminuido su población, y la demanda de vivienda es cada vez mayor en edificios con localización central, y menos de casas en áreas remotas. La excepción es cuando se cuenta con accesibilidad directa a transporte público eficiente.

Es el caso de Puente Alto y Maipú, las dos comunas que más han crecido demográficamente. Y el crecimiento de la comuna de Santiago —el tercero mayor después de éstas— así lo confirma.

En las tres ciudades más grandes de Chile —Santiago, Valparaíso y Concepción—, los principales motivos de viajes son trabajo, estudio y compra, y es en esos trayectos donde se concentran las ofertas inmobiliarias. En tales instancias el transporte público es fundamental, por su potencial de otorgar una movilidad adecuada a todos los habitantes. También se han sumado iniciativas de trenes suburbanos e interurbanos como Metrotrén, Biotrén y Merval.

Este último es un caso único en Chile: mantiene su funcionamiento de tren de carga al puerto y funciona como un tren de pasajeros, reactivando centros —como el de Viña del Mar— y áreas suburbanas como Quilpué, Villa Alemana y Limache. En ese sentido, la reciente decisión de limitar los estudios para la expansión de otra línea es una muy mala noticia para dar mejores opciones de barrios con buena movilidad.

Cualquiera sea la opinión respecto al transporte público —sus modalidades, sistemas y estrategias—, las ciudades de hoy no pueden diseñarse sin considerarlo como una pieza fundamental para otorgar bienestar y calidad de vida a más personas. No es cuestión de un superdía, sino de dotar a las ciudades de la infraestructura necesaria para que puedan desarrollarse y ofrecer los recursos disponibles de manera eficiente pero a la vez equitativa. La ciudad tiene que estar al alcance de la mano.

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