Densificación: ni híper ni hipo

11 de Mayo 2017 Columnas Noticias

El debate de ciertas comunas de Santiago se ha centrado en algo que no es nuevo para los ojos de muchos barrios centrales de la capital, ni tampoco para los barrios de otras ciudades chilenas. Esta es la inversión inmobiliaria de enormes torres, algunas con medio millar de departamentos y otras aún más grandes. ¿Por qué llama la atención recién ahora? Tal vez es por la simple razón de que estamos viendo claramente los efectos negativos en varias dimensiones, y la nitidez de la imagen de guetos verticales es bastante alarmante.

Más allá de casos excepcionales, como los edificios de Nueva York —acompañados de habitantes de altos ingresos y gran inversión en infraestructuras urbanas, como transporte—, las experiencias de desarrollo en el mundo señalan que tanto densificar en exceso como no densificar son extremos no deseables para el crecimiento de una ciudad. Para comprender esto en el caso de la ciudad de Santiago y sus comunas, es importante considerar que las localizaciones más centrales y mejor provistas de accesibilidad son cada vez más deseadas para vivir. Y que, a su vez, los municipios requieren ingresos por permisos de edificación. Ello llevó a que los planes reguladores integraran cada vez más superficies de suelo que permiten la hiperdensificación.

En estos casos, la hiperdensificación es el desarrollo de la ciudad en base a inversiones que concentren una alta cantidad de habitantes por superficie, una cantidad claramente superior a la media de su contexto. Desde que el ex alcalde Jaime Ravinet considerara esta fórmula como solución para revertir el decrecimiento poblacional del municipio de Santiago, a mediados de los 90, este modelo ha sido emulado por comunas a lo largo del país. Muchas de ellas, en el Gran Santiago, siguen dicho camino.

La reacción a este modelo ha sido entendida como la oposición a un desarrollo inmobiliario desmedido, a través del congelamiento de los planes reguladores que permiten tales densidades. Esto fue el caso de la comuna de Santiago, bajo la administración de la alcaldesa Tohá; de Providencia, con la alcaldesa Errázuriz, y recientemente Valparaíso, con el alcalde Sharp. La preservación e identidad de barrio han sido los argumentos fundamentales para reaccionar a la excesiva permisividad de la regulación urbana comunal.

Pero lo fundamentalmente cierto es que los guetos verticales que aparecen en el horizonte de nuestras ciudades son permitidos por los planes de regulación urbana. Han sido los mismos gobiernos municipales los que han dado origen a estos guetos sin entender que resultarían totalmente fuera del contexto de sus entornos. Pero, sobre todo, sin entender que las hiperdensidades rápidamente se vuelven problemáticas, porque implican poder gestionar una comunidad de muchos.

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