La ciudad no es sólo un metro

7 de Junio 2017 Columnas

Para nuestras ciudades, específicamente Santiago y Concepción, los anuncios de una nueva línea de metro y de la compra de nuevos carros se han tomado las noticias. Pero, aunque sea una novedad positiva, es necesario recordar por qué la ciudad no es sólo una línea de metro y unos carros.

Nuestras ciudades requieren de grandes infraestructuras de acuerdo a su crecimiento, entre ellas el transporte público y también el privado. De hecho, es una de las dimensiones centrales para la planificación y desarrollo urbano. A veces se le ha asemejado al sistema sanguíneo del cuerpo urbano. A veces se le ha asemejado al sistema sanguíneo del cuerpo humano. Pero también nuestras ciudades requieren atender a sus contextos urbanos, los cuales podríamos asemejar al sistema muscular. Y buena parte de esta musculatura se encuentra en muy malas condiciones, deteriorada y con poca o casi ninguna vitalidad. Muchas veces, dado lo extensivo y costoso del problema, ello es olvidado por los anuncios y cuentas.

Es urgente atender a las extensas zonas de las ciudades construidas con bajos estándares, con mala calidad de vida y escaso equipamiento, segregadas socioeconómicamente, ambientalmente deterioradas y territorialmente vulnerables. La evidencia sugiere que a medida que una ciudad crece, crecen también las diferencias entre barrios, algunos con una gran calidad de vida y otros que acumulan escasez. Y que casi todos los guetos urbanos —entendidos como concentraciones de alta vulnerabilidad— emergen en estos contextos de escasez.

Tanto una buena infraestructura como un buen contexto son esenciales para el desarrollo de las ciudades. Son el tipo de prioridades en política pública que no pueden ser reemplazadas entre sí: ambas son necesarias a la vez. Es equívoco pensar que el problema se soluciona cuando los sistemas de transporte son capaces de mover a las personas desde sus barrios deteriorados por la mañana. Cada barrio requiere de buenas condiciones de equipamiento, espacios públicos, áreas verdes y, lógicamente, acceso a transporte público eficiente. La movilidad no es sólo el traslado de un punto a otro en la ciudad; también es la movilidad local y que alrededor de nuestras casas podamos encontrar buenas plazas, almacenes y comercio, sin basura ni perros vagos, escuelas de buena calidad y jardines infantiles.

Cada vez más, el desafío es revertir las malas condiciones de extensas superficies de la ciudad existentes, y no tanto las nuevas extensiones de ésta. Muy pronto, esto será más difícil que lanzar nuevas líneas de metro y reemplazar carros de trenes interurbanos. De hecho, mientras más se postergue la tarea, más severos serán los problemas territoriales. Ya hoy se reconocen trozos de la ciudad desconectados del resto, sin atención del Estado, con escasa inversión y sin ningún tipo de mantención. Es la ciudad que no debemos olvidar. Rescatarla requiere un enorme esfuerzo y una masiva inversión.

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