La casa de “todos”

19 de Junio 2022 Columnas

La forma de actuar de la Convención Constituyente, la soberbia en la que a veces han caído algunos y los errores no forzados que han cambiado el foco del debate en reiteradas ocasiones, son elementos que siguen repitiéndose sin tregua, aunque estemos solo a dos semanas de la entrega del borrador final.

Así, en estos días se sumó un nuevo “evento” –concepto que en alguna época las autoridades locales acuñaron para referirse a los hoyos en las calles- a partir de la negativa inicial de la mesa de la convención, que lidera María Elisa Quinteros, a invitar a los expresidentes a la ceremonia en que harán entrega del texto oficial a Gabriel Boric. Supuestamente, la decisión tenía que ver con que no les parecía que Sebastián Piñera asistiera y, por lo tanto, decidieron no convidar a ninguno.

La definición era, a todas luces, un “horror” desde el punto de vista del protocolo, pero además generaba otras aristas difíciles de entender. Entre ellas, un elemento no menor: desde el regreso a la democracia, todas las ceremonias con relevancia de Estado han contado con la presencia de los exmandatarios. Por recordar algunas, pienso en los cambios de mando presidenciales o cuando hay temas país que ameritan la consulta a los hombres y mujeres “sabios”.

Así sucedió, por ejemplo, cuando se avecinaban los alegatos ante La Haya por la demanda marítima de Bolivia, donde Piñera citó a los exmandatarios a analizar la situación. O cuando Michelle Bachelet, en su segundo gobierno hizo lo mismo a propósito precisamente de la iniciativa para crear una nueva Constitución que presentaría en esos días, en 2015.

Porque pese a que algunos de quienes asumieron la importantísima tarea de redactar nuestra Carta Magna crean que el país comenzó el 4 de julio de 2021 –cuando la convención asumió sus labores-, lo cierto es que somos una nación con más de 200 años de historia. Los constituyentes no fundaron Chile el año pasado. Y los expresidentes, para bien y para mal, encarnan una parte de esa historia y representan a una porción importante de chilenos.

Pero la convención nuevamente vuelve a lo refundacional. A construir como si el terreno hubiera sido absolutamente baldío previamente; haciendo como que los últimos 30 años –con luces y sombras- nunca existieron. Nunca se recuperó la democracia, nunca hubo ningún avance social, nunca hubo nada. Por lo tanto, hay que edificar todo desde cero.

Aquello atenta, una vez más, contra uno de los requisitos fundamentales de este proceso, cual es unir de vuelta a un Chile que estaba indignado, cansado de la clase política tradicional y de las prácticas del último tiempo. Y una enorme mayoría (un no menor 80%) estaba de acuerdo con generar este trabajo desde las bases, desde los territorios, desde quienes no habían estado en el sistema político tradicional. Pero en el espíritu de reunir a un país al que le dolía la desigualdad.

En esa línea, cometer errores como no invitar a los expresidentes, que son parte del patrimonio histórico del país es una violación de esa unidad. Mandatarios que tienen una enorme importancia en lo que Chile ha logrado –insisto, con luces y sombras- y que además han sido apoyados por la mayor parte de los votantes en distintos momentos. Algunos de ellos, como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet –en su primer periodo-, terminaron sus mandatos con una aprobación sobre el 70% en las encuestas. Y eso no se puede obviar.

Además, ambos han tenido un rol en extremo relevante en cuanto al proceso que nos llevó a escribir esta nueva Carta Fundamental. Lagos con las reformas de 2005 y luego con el proyecto “Tu Constitución”, que realizó en 2015. Y Bachelet, ese mismo año, cuando presentó una primera iniciativa para cambiar el documento generado en dictadura.

Ahora, la convención pareciera dar un paso adelante y dos atrás. Por un lado, están a punto de terminar un proceso que devolvió a muchos la esperanza en un Chile mejor, y –en paralelo- reciben la noticia de que Bachelet llega al país justo antes del plebiscito, lo que significa que vuelve la “madre” y que será un importante apoyo para el Apruebo. Pero, por otra parte, jubilan al “padre”, haciendo que Lagos –educadamente, como es su estilo- decline de asistir a un encuentro al que fue convidado a última hora.

Finalmente, esta ceremonia que debiera haber sido una fiesta de todos los chilenos y chilenas, y que tenía que ser un hito de Estado, termina convirtiéndose en un evento de nicho, en el que no todos caben y donde no queda claro un concepto que será esencial para el plebiscito: esta Constitución debe ser la casa de todos y todas.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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