La barricada y los vecinos de Vitacura

14 de Mayo 2024 Columnas

La exposición de Arturo Duclos en el Centro Cultural Casas de Lo Matta ha causado revuelo. Algunos vecinos y concejales de Vitacura, y algún diputado, han reclamado que la exposición “Una vida”, que retrata la visión del artista sobre 50 años de historia nacional, incluyendo el estallido con una obra de una barricada, sería una apología del octubrismo. Según un abogado que interpondrá un recurso legal, se estaría “vulnerando y transgrediendo la integridad psíquica de los vecinos”. Las exigencias por clausurarla no han encontrado oídos en la alcaldesa Merino, quien ha sostenido que Duclos expone en su calidad de ganador de un concurso público y que “como corporación cultural no podemos censurar el arte”.

¿Se justifican estas exigencias de clausura?

No se justifican. Primero, dentro de un amplio espectro debiésemos velar por la autonomía del arte de las fuerzas coactivas estatales (como lo son las fuerzas municipales). Por cierto, no se lo debe proteger de la crítica y opinión pública. Mediante su libertad de expresión las personas pueden manifestar sus impresiones, como lo hacen los vecinos. Pero el arte no está para expresar y repartir, o no contravenir, los mensajes que los agentes o instituciones estatales consideren valiosos y oportunos. Y esto es también así cuando se basan en buenas razones, como el rechazo a la violencia del estallido. Si por el contrario usted considera que esa es la función del arte, entonces no podrá negarse a abrazar algo análogo al realismo soviético con su función pedagógica y creativa del hombre nuevo (los mensajes cambian, la lógica es la misma).

Segundo, las expresiones artísticas recurren, unas más y otras menos, a la abstracción, y su interpretación requiere de esa capacidad más que de la literalidad. Piense en la obra “Piss Christ” del artista cubano, y muy católico, Andrés Serrano: una fotografía en acrílico de un crucifijo sumergido en orina del artista. Ejemplares de la obra han sido demolidos por católicos furibundos en Francia, Suecia y Austria, y debe exponerse bajo fuertes medidas de seguridad. Más allá de su reacción inmediata, ¿qué le dice esta obra? Tal como la de la barricada, no es evidente. Finalmente, una obra de arte no puede ser calificada como errada o extraviada porque contraviene o no condena una situación éticamente condenable, ya que ello supondría que uno de los fines de la creación artística coincide con un objetivo ético, lo que a todas luces es inviable.

La libertad artística es parte de la libertad de expresión. Y hay buenas razones para garantizar una concepción amplia de ésta. Como sostiene su gran defensor, John Stuart Mill: “silenciar la discusión es asumir infalibilidad”. Usualmente ella es incomoda, sobre todo para los puritanos conservadores o progresistas que hoy compiten por restringirla. Pero con ella todos ganamos; y sin ella, todos perdemos.

Publicada en La Segunda.

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