Gobernadores, aunque a nadie le interese

16 de Mayo 2021 Columnas

El nombre de Mehran Karimi Nasseri, seguramente, le debe resultar raro y desconocido. No así el de Tom Hanks. ¿Qué puede tener en común ambos personajes? La increíble historia del iraní Nasseri. Este personaje quedó atrapado por un lío burocrático durante ocho años en el aeropuerto francés Charles De Gaulle (1988-2006) , lo que sirvió de inspiración para la película La Terminal, protagonizada por Hanks.

¿Por qué menciono este filme? Porque al igual que Nasseri o Hanks como Viktor Navorski, los flamantes gobernadores que se elegirán este domingo se encontrarán atrapados entre la actual Constitución y la nueva carta magna con un margen de acción reducido.

Es cierto que tendrán la oportunidad, como lo establece la actual Constitución, de administrar el Fondo de Desarrollo Regional (FNDR), la elaboración de planes de ordenamiento territorial y políticas regionales, pero esto por un tiempo determinado e insuficiente, considerando que la mayoría de estas políticas deben ser pensadas en el largo plazo.

En relación con esto, no deja de ser curioso que, siendo el FNDR el caballito de batalla de las nuevas autoridades, según un estudio realizado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, un 75% de los candidatos no incluyó dentro de sus propuestas un plan de Desarrollo Regional.

Seguramente, no es porque no las tengan -esperamos-, sino que este tipo de propuestas no alcanzan a llamar la atención de los electores, como sí otras promesas que están fuera de su ámbito de acción, como el fin del narcotráfico o la solución de problemas habitacionales.

En el ámbito regional, por citar algunos ejemplos, Luis Aravena (Unión Patriótica) exige médicos cubanos como parte de su campaña -bien poco patriótica- para la superación de la pandemia. Ricardo Georges (Partido Humanista), en tanto, sueña con un tren que una a toda la región. Mientras que Marco Oyanedel (independiente), además de tener como meta superar la pobreza, propone una universidad ciudadana en cada una de las ocho provincias de la región.

Aquel candidato que consiga alzarse como el primer gobernador regional elegido de forma democrática, tendrá un buqué extraño en el que se mezcle el aroma de la victoria con el de la incertidumbre de un cargo que, al ser nuevo, tendrá una serie de dificultades para implementarse en la práctica y cuya duración quedará supeditada a lo que establezcan los miembros de la Asamblea Constituyente.

Fue esta misma elección, la de los constituyentes, la que terminó por engullirse el sufragio por los gobernadores que inspiró tantos debates, columnas y cartas al director. Por esto mismo, no deja de ser paradójico y tragicómico que lo que debía ser un motivo de orgullo y expectación, como el de elegir por primera vez a los gobernadores regionales, se transforme, en cambio, en el trámite menos sexy de este fin de semana. Ni siquiera las promesas sexuales de Pamela Jiles han logrado “calentar” el ambiente. Se trata, frente a los otros temas, de una definición que, la verdad, a pocos les interesa.

El flamante gobernador regional de Valparaíso, seguramente, saldrá entre Manuel Millones y Aldo Valle. He tenido la oportunidad de compartir con ambos y me parecen personas serias, con experiencia en el servicio público y capaces para ejercer este nuevo desafío. El problema no son ellos, sino el cargo y su carácter, posiblemente, efímero.

Finalmente, esperemos que, pese a la incertidumbre que pueda existir respecto al margen de acción del cargo y la falta de interés que ha suscitado, el nuevo gobernador electo pueda, al igual que una nueva Constitución, frenar la inercia del centralismo que aqueja hace tanto tiempo a nuestro país y tiene un estado de abandono a nuestra región.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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