¡Es la fatiga, estúpido!

14 de Marzo 2021 Columnas

¿Se imagina llenar el estadio Sausalito, en Viña, o el Elías Figueroa, en Valparaíso, con los contagiados de Covid 19 en el país? Lamentablemente, eso sería posible con la cantidad de personas que dio positivo entre el lunes y el viernes de esta semana.

Pese al escenario, la declaración de cuarentena para Valparaíso a partir de este jueves generó una serie de críticas de distintos sectores hacia el gobierno. La negativa de la ciudadanía a encerrarse nuevamente en sus casas, el miedo de los pequeños locatarios a volver a perder su fuente de trabajo y las advertencias de los empresarios por las mermas económicas, llenaron titulares y coparon las redes sociales.

El recuento de cifras, que día a día entrega el Ministerio de Salud, se ha convertido en datos insípidos, deshumanizados, duros y fríos. Pero al ponerles una lupa de sensibilidad, producen escalofríos: solo entre el lunes y el viernes de esta semana se contabilizaron casi 24 mil contagios en el país. En solo cinco días, los fallecidos sobrepasaron los 300. ¿Y si le pusiéramos cara a esas familias que perdieron a uno de los suyos?

En la región la situación también es compleja. En el mismo periodo hubo dos mil contagios y casi medio centenar de personas muertas por el virus.

La Covid-19 dista mucho de transformarse en “buena persona”, como lo señaló en su momento el exministro de Salud, Jaime Mañalich. Por el contrario, además de alcanzar la terrorífica cifra de casi 6 mil contagiados en un día –de acuerdo al informe del viernes 12-, su ámbito de acción ha ido mutando, de manera que ya no afecta con mayor gravedad solo a la tercera edad, sino que ha ido complicando a personas menores de 50 años.

En este contexto kafkiano, llama la atención que la autoridad se haya demorado en dictar cuarentena para Valparaíso. Y más aún, que no haya incluido a Viña del Mar, cuyos números son similares. Lo anterior es más inentendible todavía cuando se toma en cuenta que ambas comunas tienen límites difusos y funcionan en muchos sentidos como una sola. “Decretar cuarentena hoy es una medida discutible, pero aplicar una en Valparaíso y no en Viña es incomprensible”, dijo el médico infectólogo de la Universidad de Valparaíso, Rodrigo Cruz, en este diario. El alcalde de la Ciudad Puerto, Jorge Sharp, fue más allá y lo tildó de “irracional”.

Pero lo más complejo es la actitud de la ciudadanía ante las disposiciones. El mismo Cruz señaló que las medidas incluidas en plan Paso a Paso “ya no están siendo efectivas ni seguidas por la gente, y eso se refleja en las cifras”. Y ahí está lo preocupante: los chilenos no le están tomando el peso a la crisis sanitaria y en muchos casos –con una falta de fiscalización brutal- no están dispuestos a cumplir las restricciones.

Lo anterior tiene diversas causas. En primer lugar, lo mencionado anteriormente: las cifras dadas a conocer cada día no producen el mismo efecto que en la primera ola. Los números se han transformado en un espectáculo diario, que muchos siguen con indolencia. Nos hemos acostumbrado a escuchar de cinco mil afectados y 100 muertos como si nada.

En segundo lugar, la denominada “fatiga pandémica” también está en alza. Este concepto fue acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hace referencia a la reacción ante las prolongadas restricciones, las que después de un tiempo generan una serie de síntomas, que incluyen agotamiento, ansiedad, desmotivación y sensación de incertidumbre constante, lo que deriva en que finalmente la ciudadanía deja de seguir las recomendaciones de prevención.

A lo anterior se suma la contradicción en la que muchas veces caen las medidas gubernamentales, en la constante pugna por evitar la debacle económica, mientras se lucha con el virus. Entonces, abren gimnasios y casinos, se puede salir de vacaciones y aglomerarse en las playas, pero se mantiene el toque de queda y las cuarentenas de fin de semana. O, como en este caso, Valparaíso entra en fase 1, pero no Viña del Mar, aunque ambas tengan números similarmente espeluznantes y funcionen como una gran urbe.

Lo cierto es que en la pugna economía-control de la pandemia el gobierno ha caído en el error de privilegiar la primera en detrimento de la segunda, mientras que los ciudadanos muestran signos de cansancio ante las medidas restrictivas y se resisten a seguirlas. El problema es que el resultado es fatal: un estadio lleno de contagiados en solo unos días. Y casi medio centenar de porteños, viñamarinos, quilpueínos, etc. que ya no están entre nosotros.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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