El triunfo del atrevimiento

25 de Octubre 2016 Noticias

En todas las elecciones hay historias épicas de candidatos chicos que se hacen grandes. Sorpresas que nos recuerdan que, como en el fútbol, los partidos hay que jugarlos y no siempre ganan los favoritos. No tiene mucha gracia ser Lavín y ganar en Las Condes. Pero sí tiene gracia lo que hizo Jorge Sharp en Valparaíso, Cathy Barriga en Maipú, René de La Vega en Conchalí e incluso Felipe Alessandri en Santiago. Son todos casos distintos pero tienen algo en común: ejemplifican el triunfo de la atrevimiento por sobre el conservadurismo de los pronósticos.

Partamos por Sharp. Mientras los medios se preguntaban si la Nueva Mayoría podría arrebatarle la alcaldía a la derecha, el joven Sharp se impuso en una primaria ciudadana y fue silenciosamente construyendo una base de apoyo heterogénea y extendida. Es también la prueba más concreta de que la alianza Jackson-Boric puede rendir frutos electorales.

Barriga y De La Vega han sido a veces cuestionados por venir del mundo del espectáculo y de la farándula.

Es un cuestionamiento que peca de cierto elitismo y revela ignorancia respecto de la historia de vida de ambos.

Es probable que Cathy Barriga no haya llegado a ser alcaldesa de la populosa Maipú sin los contactos políticos de los Lavín, pero el suyo es un relato de esfuerzo, perseverancia y vocación de servicio. Lo mismo puede decirse de René De La Vega incansable estudiante de la vida y constructor de sueños. No sabemos si Conchalí tendrá un buen o mal alcalde, pero sabemos que tendrá uno incansable.

El otro incansable es Alessandri flamante vencedor en Santiago. Si bien es cierto que el apellido ayuda -pocos nombres tienen tanta historia en el Chile republicano- no hay que olvidar que su coalición no tenía muchas ganas de darle la pasada. Como concejal, el joven Alessandri estaba pidiendo tiraje a la chimenea para pelear por el sillón edilicio. Y cumplió.

Dejó los pies en la calle y siendo un desconocido a nivel nacional le ganó a la alcaldesa más emblemática de la generación de oro concertacionista.

Bien por ellos. Se llevan triunfos poéticos. Ahora toca gobernar en prosa.

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