El talón de Aquiles

8 de Mayo 2022 Columnas

Esta semana, mientras se imprimían las portadas de los principales medios, en los que –unánimemente- se hacía referencia al anuncio en seguridad pública del gobierno de Gabriel Boric y el reforzamiento de la presencia policial en algunas zonas, el carabinero de 23 años, Breant Rivas, era abatido a balazos en la región de Ñuble, en una muestra más de la violencia que se vive en Chile.

El Presidente lo sabe. Y está consciente de que la situación no da para más. De hecho, desde Magallanes –donde se encontraba de gira- fue tajante: “No podemos seguir permitiendo esta violencia, no podemos seguir permitiendo este descontrol de armas ni de delincuentes”, dijo con tono duro, a la vez que convocó a todos los sectores políticos a ser parte de un “gran acuerdo nacional” en materia de seguridad.

En paralelo, los medios informaban de la decisión del Ejecutivo de redestinar fuerzas policiales para reforzar el combate a la delincuencia en 17 comunas, lo que se materializará con la reasignación de alrededor de 700 carabineros en las zonas más rojas del país.

Aquello, solo unas semanas después de que el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, advirtiera –bastante lejos de enviar un mensaje tranquilizador- que “Chile enfrenta el peor momento para la seguridad que ha vivido el país desde el retorno a la democracia”.

Todo lo anterior sucede además en momentos en que las páginas policiales han debido aumentar considerablemente. Solo esta semana, además del asesinato al funcionario policial, nos “nutrimos” de situaciones dignas del “Viejo Oeste” –con videos que se repetían una y otra vez en redes sociales y en los noticieros-, como el enfrentamiento a balazos en el Barrio Meiggs, en una especie de tierra de nadie, que terminaron impactando gravemente a la periodista Francisca Sandoval.

Y en la región no estamos alejados de esta realidad. En estos días también, un joven apareció golpeado y maniatado dentro de un refrigerador en Quilpué, pocos días después de que un hombre asesinara a tiros a dos personas cerca de El Belloto. En el mismo corto periodo, Olmué quedó conmocionado con el homicidio a puñaladas de un chico de 18 años que esperaba micro y, mientras escribía esta columna, nuevamente un hombre fue baleado en Valparaíso, la madrugada del viernes.

Los números también dan cuenta de esta compleja situación que vive el país y que no se había visto con esta intensidad y sistematicidad en la historia reciente de Chile. ¿Es culpa del gobierno? Ciertamente, no. Es imposible pensar que un fenómeno que se viene gestando al menos durante los último diez años, sea solucionado en dos meses. ¿Es responsabilidad del Ejecutivo? Sí, porque es momento de utilizar precisamente la juventud y dinamismo de esta nueva camada de dirigentes políticos para dar una vuelta de tuerca, pensar en nuevas y creativas formas de enfrentar la crisis, de manera de no continuar con las mismas medidas que claramente no funcionan.

De hecho, si bien la redestinación de carabineros podrá ayudar en el control de la situación, esto no será suficiente. El poder de fuego que han demostrado tener los delincuentes es una muestra clara de que ya el uso de las armas no es prerrogativa exclusiva de las fuerzas de orden. Además, la delincuencia no es un fenómeno estático. Se mueve. Cambia de comunas con facilidad y también de estrategias. Y eso lo tienen claro también los alcaldes, muchos de los cuales –en nuestra región- pusieron ya las alarmas respecto de la centralización de la medida en Valparaíso, en circunstancias que la violencia y el uso de armamento ha aumentado en todas las zonas.

Esta semana la encuesta Pulso Ciudadano mostró que el segundo problema más relevante para los consultados es precisamente la delincuencia –luego de la inflación-, casi con un 40% de las menciones. Aquello debiera dar pie al acuerdo nacional que está pidiendo el Presidente Boric en torno a la solución de esta temática. Pero, hasta ahora, la clase dirigente, partiendo por el propio Mandatario, ha dado señales contradictorias respecto de esta mano dura contra la violencia. Si bien “otra cosa es con guitarra”, como reza el dicho, se debe generar un relato común y que comulgue con medidas concretas y factibles.

Para que un acuerdo en contra de la violencia no se convierta solo en un bonito slogan –como el terminar con la puerta giratoria de tiempos pasados-, el discurso de la élite política e intelectual deberá ser claro y de una sola línea. De lo contrario, se convertirá –junto a la delincuencia- en el talón de Aquiles del Presidente Boric.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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