El salario y la condición desamparada

19 de Febrero 2019 Columnas

Los seres humanos estamos irremediablemente destinados a necesitar de un otro para nuestro sostenimiento y para poderle hacerle frente a las exigencias de la vida. Nuestra sanidad psíquica se va a establecer a partir de una multiplicidad de factores, siendo el modo en que el ambiente (sostenedores, aspectos materiales, entorno afectivo, etc) logra cubrir de mejor o peor manera el ámbito fundante del ser humano: su condición desamparada.

En nuestra sociedad y los modos dominantes de organización que se han ido constituyendo, el trabajo es uno de los medios más relevantes para construir la posibilidad material de condiciones básicas de sobrevivencia. Si bien es cierto que lo esencial para enfrentar la condición desamparada está en el campo de los afectos (dotación de valor y amorosa que recibo de otro), no podemos ignorar que las condiciones materiales de existencia “crean psiquismo” , es decir, generan condiciones en las cuales emergen modos de relaciones, situaciones más o menos intensas de exposición o fragilidad de la existencia, con innegables consecuencias en los registros emocionales.

Las situaciones de mayor cobertura de nuestras necesidades básicas, la noción de un futuro que se presenta con relativa claridad, o una integración social sostenida, promueven un clima social predominantemente pacífico. Esto va a permitir que afloren los miedos privados : la vejez, la soledad, perder los seres amados. La ausencia de este sostén colectivo (el trabajo amenazado o precario) crea condiciones para que surjan miedos colectivos , que cuando no existe un espacio o un cuerpo social en los cuales estos puedan ser procesados, es el cuerpo el que será impactado por esta angustia perturbadora. La sintomatología es variada: stress, depresión, agresión destructiva o autodestructiva, o el amplio rango de los vínculos psicosomáticos y sus expresiones en la patología corporal.

Esta permanente violencia social, acrecentada por el desconocimiento y borramiento de este sufrimiento del psiquismo que el cuerpo social ejerce, el retiro del Estado y el sostenimiento colectivo y solidario, hace que la vida se presente como una amenaza permanente y se establezca una desconfirmación y negación de esta condición sufriente.

La vida para ser enfrentada entre otros aspectos, necesita de una perspectiva de futuro, de un por- venir posible. Cuando la vida se presenta como pura inmediatez, sólo como una lucha permanente por la sobrevivencia, el peso de lo cotidiano se vuelve insoportable e impacta en los registros vinculares, familiares y sociales. La fragilización de la existencia reactiva entonces el trauma de nuestra condición desamparada.

Es por ello que hay una responsabilidad colectiva: cómo crear mejores condiciones de trabajo y no de precarización, de tal manera que no se generen situaciones de violencia social directa o indirecta.

Más allá de todo, la discusión es cómo podemos incorporar a estas temáticas a los actores fundamentales: los trabajadores; de tal manera de poder escuchar sus necesidades y requerimientos, no desde una lógica confrontacional, sino desde una perspectiva que permita vislumbrar que el avance del país necesita avanzar en la resolución de estas situaciones para poder generar condiciones de diálogo sobre los diversos temas que nos convocan como nación.

Publicado en RH Management.

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