El Mercurio de Valparaíso, 194 años

12 de Septiembre 2021 Columnas

El 12 de septiembre es una fecha especial para El Mercurio de Valparaíso. Se cumple otro aniversario más de su centenaria existencia, acercándose a pasos agigantados a celebrar nada menos que dos siglos de vida. Resta un trecho corto, seis años que, aunque parecieran estar “a la vuelta de la esquina”, está, en realidad, mucho más lejos de lo que uno cree.

Y es que la industria periodística, de un momento a otro, ha tenido un giro copernicano desde la aparición de internet. Algunos podrán decir que con el surgimiento de la radio y la televisión sucedió lo mismo, que ambos fueron también una amenaza y que después cada uno terminó ocupando un espacio distinto, incluso, complementario.

Sin embargo, lo de ahora es diferente. Las ediciones impresas cada vez se leen menos. A muchos les resultan incómodas, poco prácticas y a los suplementeros les es imposible competir con la inmediatez de las páginas web.

Lo interesante es que esto no es tema para las nuevas generaciones. La verdad es que ya no leen los diarios. Siendo honestos, la triste realidad es que ya no leen casi nada. Con suerte tienen twitter para informarse. Lo otro son las noticias que ven en Instagram o Tik Tok algorítmicamente seleccionadas para no aburrirlos.

En esta línea, el desafío que queda para los diarios es ser capaces de interpretar la noticia que circula minuto a minuto durante el día. Dar profundidad y nuevas perspectivas de análisis, aprovechar, por ejemplo, todo ese saber que está circulando en las universidades de la región en un lenguaje que esté al alcance de los lectores.

Tomando como ejemplo El Mercurio de Valparaíso, es necesario volver a los orígenes, como cuando, hace 194 años, Pedro Félix Vicuña invitaba a sus amigos a colaborar en las páginas de un periódico que circulaba solo los miércoles y sábados.

Roberto Hernández, en su obra dedicada al centenario del diario, recuerda el ambiente que se vivía por esos años en el puerto, que estaba recién comenzando a construir los cimientos que lo iban a transformar en uno de los más importantes del Pacífico. En 1827, la ciudad donde iba a circular este nuevo “Periódico, mercantil, político y literario” no tenía más de 20 mil almas, de las cuales, un porcentaje muy menor sabía leer y escribir. Por esta razón, los periódicos estaban pensados para ser leídos en voz alta en la plaza, en el muelle o en los cafés.

Respecto del título, es bastante conocido que hace alusión a la deidad romana que, entre múltiples funciones, cumplía la de ser el mensajero de los dioses. El nombre tenía poco de original en el ámbito local y respondía a una comunidad intelectual educada en el mundo clásico. De hecho, el fray Camilo Henríquez fundó El Mercurio de Chile, un periódico histórico, científico, económico y literario en 1822. Cuatro años después, el español José Joaquín de Mora sacó a la luz pública El Mercurio Chileno.

No sería raro que “Mercurio de Valparaíso”, como figuró el nombre en las primeras ediciones, haya sido considerado como una publicación esporádica, una de muchas más que aparecieron con grandes pretensiones, pero que terminaron siendo consumidas por el día a día, cuando el entusiasmo de sus fundadores y colaboradores mutó al hastío.

Una evidencia de lo anterior aparece cuando revisamos la estadística bibliográfica de Ramón Briseño. En el año 1827, además de nuestro diario, se publicó El Boletín del Monitor, El Clamor del Pueblo Chileno, La Clave, El Cometa, El Descamizado (sic), El Espectador, El Independiente, El Indicador, El Insurjente araucano (sic), El Monitor Imparcial, El Observador de Valparaíso, El Pipiolo, El Valdiviano Federal, El Verdadero Liberal y El Hambriento que se definía como: “Papel público sin periodo, sin literatura, impolítico, pero provechoso y chusco”.

Ninguno de ellos alcanzó la trascendencia de nuestro diario. Razones hay muchas, pero una importante es que sus fundadores y diversos propietarios consiguieron ir adaptándose y responder a las necesidades del puerto que fueron apareciendo con el paso del tiempo.

Por esto mismo, el presente del decano del periodismo chileno es tan complicado, porque la realidad política, económica y social de Valparaíso está cada día más compleja. Más pobre, polarizado y de capa caída. No es la primera vez ni será la última que esto sea así. Lo importante es seguir dando la batalla para dar cuenta de la marcha de la región, como se ha hecho durante casi los últimos doscientos años, cada día escribiendo fragmentos de su historia, pero también siendo parte de ella.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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