El caso de Chile Vamos en Viña

20 de Diciembre 2020 Columnas

La confirmación por parte de Chile Vamos de que Andrea Molina será oficialmente la candidata encargada de preservar la Municipalidad de Viña para la derecha, ha desatado la molestia en muchas viñamarinos, tal como se ha podido observar en la sección de cartas al lector de este diario. Por ejemplo, Marisa de la Noi habla de “arreglín”, mientras que para Arturo Morales la elección de Molina desde Santiago es “una prueba más de la decadencia de nuestra política”.

El abogado Raúl Celis, en este mismo diario, salió en defensa de la ex animadora argumentando que “ejerció el cargo de diputada en dos periodos, postuló a senadora por la región en las últimas elecciones; desempeña un trabajo centrado en problemas sociales en una municipalidad compleja (La Florida) y demostró por varios años su preocupación por esos mismos problemas en su exitoso programa de televisión”.

Por un lado, lo que dice Celis es cierto, nadie duda de las virtudes de Molina. Su inteligencia, capacidad de trabajo y la vocación de servicio de la ex diputada. La crítica apunta a que, de forma objetiva, no tiene ni tuvo vínculos con la ciudad de Viña del Mar y cuando fue diputada de la región de Valparaíso, en estricto rigor, lo hizo por el distrito 10, representando a las comunas como Cabildo, Hijuelas, La Calera, etc.

La involucrada ha pedido que los partidos dejen de pelear y solicitó, en cambio, trabajar en conjunto para lograr llevar adelante todas las necesidades que tiene el viñamarino. Surge la duda si realmente conoces cuáles son y, además, si viniendo de afuera, tendrá la capacidad de desarticular la maquinaria política y económica que ha sumido a una de las municipalidades emblemáticas en una de las crisis más graves de este último tiempo.

De un plumazo o más bien desde un segundo piso, una cocina o una galería (como en Borgen) se tomó una decisión que tira por la borda los sueños edilicios de concejales oficialistas que estuvieron durante años apoyando a la alcaldesa Virginia Reginato, como Macarena Urenda o Jaime Varas. Algo similar sucedió con el médico Georg Hübner, precandidato a alcalde por Evopoli que, finalmente, renunció a su candidatura.

Más grave aún, Chile Vamos pareciera no haber considerado el parecer de los viñamarinos, justo en un contexto, como señala uno de los lectores furiosos, cuando las personas exigen mayor horizontalidad en la política.

La pregunta es si la proclamación oficial realizada en el mirador de la Avenida Padre Hurtado y que contó con la presencia de los senadores Francisco Chahuan y Kenneth Pugh (RN), de los diputados Andrés Célis (RN), Osvalo Urrutia (UDI), el ex senador Jorge Arancibia y la misma alcaldesa Virginia Reginato, se hizo ahí para tener una mejor panorámica de la ciudad o más bien representa ese Olimpo inalcanzable donde a veces parecieran estar los políticos, muy lejos de la ciudadanía.

En esta misma línea, el senador Francisco Chahuán, el gran promotor de la candidatura de Andrea Molina, pareció olvidar las elecciones del 2009, cuando tuvo que ser víctima del mismo juego político y disputar la candidatura senatorial contra Joaquín Lavín. Un personaje que, más allá de las simpatías o rechazos que genera, es conocido y e inmensamente popular, condiciones que la UDI creyó suficientes para ganar una elección, pese a ser de Santiago. No tomar en cuenta el fuerte sentimiento de pertenencia que existe entre los habitantes de la región de Valparaíso, lo que se traduce en un rechazo a cualquier intervención foránea.

En este caso, da la sensación de que el miedo a perder la Municipalidad a manos del Frente Amplio implicó que Chile Vamos pasara a llevar convicciones fundamentales, como el respeto por los electores y por sus propios candidatos locales.

¿Puede ser alcalde alguien que no es de la ciudad? Por supuesto que sí, porque lo permite el sistema y porque además lo puede hacer muy bien, como de hecho lo hizo Molina cuando fue diputada por una zona de la que no era originaria. Lo relevante es que estas decisiones surjan producto de un consenso y no de una imposición, como da la sensación que ocurre en este caso.

En definitiva, no le vaya a salir, como se dice coloquialmente, “el tiro por la culata” al conglomerado de derecha y cometer el mismo error de la UDI cuando apostó por Joaquín Lavín como senador el 2009. Jugar de visita, bien lo sabemos los futboleros, siempre va a ser una desventaja. Veremos si Andrea Molina lo puede superar.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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