Crear confianzas: tarea pendiente

26 de Febrero 2020 Columnas

Como sabemos por experiencia propia, la confianza es un fenómeno humano multifacético, porque implica muchas dimensiones, y siempre de una naturaleza relacional.

Nuestras experiencias tempranas en la vida y, particularmente, el modo como nos sentimos acogidos en el mundo sentó las bases de la confianza o desconfianza básica con la que comenzamos a construir nuestra identidad.

En la adolescencia, el ejercicio de diferenciación de las figuras parentales nos ayudó a consolidar la disposición general con la que comenzamos a relacionarnos con los demás y con las instituciones.

Confiamos o no en ellas, en tanto se mostraron consistentes en su actuar y coherentes con las definiciones que ellas mismas hicieron.

En nuestra adultez, nuestra experiencia de confianza se asocia al modo como las personas que nos rodean y las propias instituciones se demuestran flexibles y plásticas frente a los cambios de los contextos que vivimos.

Confiamos o dejamos de confiar en la medida que las personas, grupos e instituciones con las que nos relacionamos, logran adecuarse suficientemente a las dinámicas propias de una sociedad que cambia, sin perder su identidad o razón de ser más fundamental.

En el contexto de lo que estamos viviendo como sociedad, donde todo parece ponerse en peligro y con ello emerge la desconfianza en el otro, en las autoridades y en las instituciones, parece ser una necesidad urgente que las instituciones vuelvan a pensar su rol y, manteniendo aquello que constituye su mayor valor, sean capaces de revisar lo que requieren para enfrentar los actuales desafíos que tenemos como país.

Generar tiempo y espacio para ello, es una obligación de los dirigentes de serán responsables de construir las bases del nuevo Chile que se está forjando.

Publicada en El Dinamo

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