COVID-19 y el contexto económico

1 de Junio 2021 Columnas

En 2020, COVID-19 resultó en la mayor contracción económica mundial desde 1946. Fue una contracción rápida y con una magnitud increíble. La caída del PIB mundial en 30% tomó tres años durante la Gran Depresión; COVID lo hizo en tres meses. Al proyectar el impacto económico de la pandemia para esta década, algunos economistas predicen la pérdida de casi un año entero del PIB mundial. Sin embargo, en enero de 2021, el Banco Mundial –aparentemente profesionalmente comprometido con el optimismo- proyectó un crecimiento del PIB mundial de más de 5% este año. La mayoría de los economistas esperan que la recuperación probablemente tendrá forma de K, es decir, con algunas economías y partes de la sociedad recuperándose más rápido que otras.

En los EE.UU., Japón y China, los estímulos fiscales, las tasas de interés bajas junto con una vacunación más rápida podrían acelerar la recuperación y crear beneficios también para los socios comerciales.

Las perspectivas para América Latina y el Caribe son mucho más pesimistas. América Latina representa 8% de la población mundial, pero el 20% de las infecciones por covid y el 30% de la mortalidad total. Según CEPAL, en 2020 más de 16 millones de personas han caído en condiciones de pobreza extrema, totalizando más de 83 millones de personas que viven en estas condiciones aquí. La mayoría de los países en América Latina deben navegar la pandemia en medio de exportaciones colapsadas, créditos internacionales restringidos y un aumento de la fuga de capitales. Mientras la ayuda del FMI y el Banco Mundial es menor que la pérdida esperada de ingresos debido a la recesión.

No todo esto se aplica a Chile. Pero es probable que los ajustes en los países desarrollados creen un contagio económico también en este país. ¿Y por qué?

Porque, antes de la pandemia, el mundo desarrollado estaba enfrentando un “estancamiento secular” -el resultado de las políticas monetarias ineficaces y tasas de interés cero o negativas. Por eso, el economista de Harvard Lawrence Summers o el ganador del premio Nobel Paul Krugman proponían una expansión fiscal e inversiones masivas en infraestructuras para reactivar la economía.

Puede ser, que esta estrategia funcionara para los Estados Unidos. No funcionaría – por ejemplo – en Europa por razones políticas y constitucionales ni en América Latina por razones de capacidad fiscal. Pero esta estrategia estadounidense está ya creando un impacto a nivel global importante, también para Chile.

El 13 de marzo, The Daily Telegraph llamó al paquete fiscal de Washington –en total de casi 3 trillones de dólares- “un experimento masivo para sobrecalentar la economía.” Hay que prepararse para enfrentar la conjunción de las tres fuerzas de inflación y un empuje del rendimiento de los bonos en los EE.UU. Ya esperamos que la FED incrementará la tasa de interés a principios de 2022. Por lo tanto, vamos a ver los costos del dinero subir para todos – incluidas las regiones atrapadas en una recesión. Sería importante discutir el impacto –macro, sectorial y empresarial de todo esto– para todo Chile.

Históricamente, enfrentando problemas urgentes – algunas sociedades son más efectivas porque recurren a un razonamiento “centrado en la comunidad” para mantener la confianza y la capacidad de cooperar. Parece un reto para Chile.  En los índices internacionales de confianza en instituciones, Chile no lo hace bien – y en los últimos años la situación no ha mejorado, todo lo contrario. ¿Qué necesita pasar para que Chile -fraccionado por su historia lejana y reciente– se una frente a un enemigo común? Los grandes desafíos post-pandemia aún están por llegar.

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