Chile no es un experimento

10 de Noviembre 2022 Columnas

A raíz del plebiscito, ha resurgido un intenso debate sobre el sistema político y económico chileno. El debate no debería alarmarnos, pues resolver los conflictos a través de la deliberación pública es propio de las democracias bien estructuradas. Sin embargo, el debate sobre Chile tiene una peculiaridad: muchas voces definen a Chile como un “experimento”. Algunos sostienen que el país ha sido un experimento hace varias décadas, cuando se “ensayó” el modelo neoliberal. Pero incluso hoy hay quienes afirman con orgullo, a veces desde el extranjero, que Chile ahora es un experimento para “matar el neoliberalismo”.

No es fácil entender qué piensan quienes consideran a un pueblo como un experimento. ¿Realmente piensan que Chile es una suerte de grupo experimental que deba ser observado desde afuera para testear las hipótesis que ellos quieren probar? La realidad es mucho mejor: Chile es una democracia que se autodetermina y maneja normas de civismo que deberían ser motivo de envidia incluso para las democracias más avanzadas.

Es conceptualmente imposible matar el neoliberalismo porque no es un ser vivo. Tampoco se puede refutar porque no es una teoría. Sí existe el liberalismo, que es la teoría filosófica que dio lugar al movimiento internacional de los derechos humanos y se ha opuesto históricamente a regímenes autocráticos. Pero no debe haber muchos autores que se consideren neoliberales ni muchos libros sobre los fundamentos filosóficos del neoliberalismo.

El neoliberalismo es un término inventado por algunas personas para referirse a todo lo malo que piensan que puede ocurrir en la sociedad política. En realidad, borrar al neoliberalismo sería tan solo borrar una palabra sin mucho contenido, para dejar la semántica de lado e ir de cara a los hechos. Si es así, entonces quizás deshacerse del neoliberalismo no sea mala idea.

¿Y cuáles son los hechos? Chile, en democracia, ha logrado objetivos que parecen inalcanzables para muchos de sus vecinos latinoamericanos: índices de pobreza y desempleo bajos, desarrollo humano alto, inflación baja, rendimiento académico alto en exámenes internacionales, deserción escolar baja, y una considerable acumulación de capital (todo esto en comparación con otros países latinoamericanos). Ninguno de estos hechos sobre Chile es resaltado por quienes se dedican a denostarlo. En cambio, se enfocan en el índice Gini (aspecto en el que, de cualquier modo, Chile también mejoró), e insisten en su lucha contra todo el sistema jurídico y económico chileno, para lo cual hay que “borrar al neoliberalismo del mapa”.

Chile puede mejorar en muchos aspectos, y seguramente la igualdad de oportunidades es uno de ellos. Pero no hay que dejarse convencer de que Chile es el infierno. Los logros alcanzados fueron naturalizados, pero no hay que esperar a perderlos para empezar a valorarlos.

Publicada en La Segunda.

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