Más que un deber de austeridad, no obstante, se trata de un componente esencial de la función pública. No es casualidad que los países donde sus funcionarios no comprenden esta lógica sean los que tienen las instituciones más débiles.
No hay que dejarse convencer de que Chile es el infierno. Los logros alcanzados fueron naturalizados, pero no hay que esperar a perderlos para empezar a valorarlos.