Un gobierno que no atiende seriamente el problema de la inseguridad es un gobierno que está profundizando la injusticia social. Es un gobierno que está replicando desigualdades, en una de las dimensiones más importantes.
Claramente, si asesinan a nuestros hijos, nuestra demanda no será “¡reeducación para los asesinos!”. Exigiremos justicia. Pero que exijamos justicia no implica necesariamente que estemos sedientos de venganza.
Más que un deber de austeridad, no obstante, se trata de un componente esencial de la función pública. No es casualidad que los países donde sus funcionarios no comprenden esta lógica sean los que tienen las instituciones más débiles.
No hay que dejarse convencer de que Chile es el infierno. Los logros alcanzados fueron naturalizados, pero no hay que esperar a perderlos para empezar a valorarlos.