Chacabuco

15 de Febrero 2017 Columnas Noticias

La batalla de Chacabuco comenzó temprano el 12 de febrero de 1817, y sólo las divisiones de Soler y O’Higgins estuvieron listas para entrar al campo de batalla. O’Higgins tenía órdenes de no atacar hasta que las fuerzas de Soler que había sido enviado a enfrentar al enemigo por la derecha, se unieran al resto del ejército. Impaciente como era, O’Higgins desobedeció y envío a sus hombres a enfrentarse a los realistas, quienes eran liderados por Rafael Maroto. Su objetivo era atacar el flanco izquierdo del enemigo, estando O’Higgins mismo a cargo de liderar la infantería. Sin embargo, como escribió Diego Barros Arana, dicho plan “no produjo los resultados esperados”. Para solucionar esta situación, San Martín ordenó a Soler que ayudara a las tropas de O’Higgins. La división de Soler arribó más o menos al mismo tiempo que San Martín se involucró personalmente en el combate. En un movimiento de pinza, el general rioplatense apareció por la derecha, aunque finalmente atacó por el flanco izquierdo de los realistas. Los hombres de Maroto, resume John Lynch “estaban atrapados entre la infantería de O’Higgins y el cuerpo principal de la división de Soler, lo cual detuvo su retirada”. Al final de cuentas, los revolucionarios perdieron 150 hombres, entre muertos y heridos, mientras que casi 600 realistas murieron y otros 600 fueron capturados (de éstos, 32 eran oficiales).

Si bien la batalla de Chacabuco puso fin a un período conocido por la incapacidad de ambos bandos rivales de construir un proyecto político de larga duración, no terminó con los enfrentamientos militares entre revolucionarios y realistas en territorio chileno. En efecto, estos últimos se parapetaron en el sur del país y, aun cuando el gobernador Marcó del Pont fue prontamente tomado prisionero, los seguidores del rey continuaron luchando por al menos un lustro. Chacabuco, en otras palabras, no concluyó la guerra de independencia en Chile, pero sí permitió que San Martín, O’Higgins y el resto de la Logia Lautaro tomaran relativo control del Valle Central.

Los revolucionarios ingresaron victoriosos en Santiago a los pocos días de la batalla. El 16 de febrero, hace exactamente doscientos años, O’Higgins fue nombrado Director Supremo del nuevo Estado que comenzaba a construirse. Desde dicha posición, O’Higgins persiguió no sólo a los realistas, sino también a los aliados de los hermanos Carrera. Además declaró la independencia de Chile, un viejo anhelo de la Logia, y apoyó, con recursos y hombres, a la afamada Expedición Libertadora del Perú, la que, en el pensar de San Martín, sacudiría de una vez y para siempre al “yugo” español del continente sudamericano. Lo que en octubre de 1814 había comenzado como una emigración sin un destino claro, se convertía ahora en un proyecto político con características marcadamente separatistas.

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