El arte, naturalmente, consiste en escoger bien las palabras. Pero no en escudarse en un defecto del carácter cuyo correlato es la virtud de la “humildad”, tan preciada por el cristianismo. Nunca está de más recordar a Giuseppe Settembrini, un gran humanista, que ante la incapacidad o falta de disposición de Hans Castorp para expresar una opinión propia, lo conminó: “¡Juzgue usted! Para eso le ha dado la naturaleza ojos y entendimiento”. En “La montaña mágica”, la fantástica novela de Thomas Mann, el literato Settembrini representa la Ilustración.