Aprovechar el encierro

17 de Mayo 2020 Columnas

Aunque ya se ha dicho hasta la saciedad, estamos enfrentando un momento histórico. A ninguna de las generaciones que actualmente se encuentran con vida le tocó estar en una situación como esta. En gran medida, porque la globalización, la velocidad con que circula la información y la incorporación de las redes sociales han hecho de la expansión de este virus algo inédito.

Por esta razón, podemos aprovechar el tiempo y comenzar a pensar con conciencia histórica. De la misma forma como nuestros abuelos tenían recuerdos de cómo se vivió la segunda guerra mundial, nuestros padres sobre la crisis de 1973, nosotros podremos relatar a nuestros hijos y nietos cómo vivimos y cómo cambió el mundo con esta pandemia.

Cuando Claudio Gay se lanzó a la monumental empresa de elaborar la primera Historia de Chile por instrucción del gobierno, a mediados del siglo XIX, confiesa que uno de los aspectos que le llamó la atención durante sus viajes al sur, fue la falta de conciencia histórica de quienes habían vivido recientemente una lucha que cambió el destino de la República: las guerras por la independencia. Y, en esta línea, esperaba que su trabajo llegase a ser una motivación para las futuras generaciones: “Una vez dado este impulso, es probable que otros Chilenos se esmerarán en seguir bellos ejemplos, y que nuestros anales se enriquecerán de otros muchos escritos que escrupulosamente comentados, y enseguida encadenados con ilaciones y consecuencias precisas, permitirán á un hábil arquitecto regularizar armoniosamente este gran monumento”.

Siguiendo este ejemplo, la pandemia es una oportunidad para desarrollar esta conciencia histórica. Cada uno de nosotros puede aprovechar el tiempo para reunir una serie de registros que ayudarán a que nuestros descendientes se animen a reconstruir y comprender mejor el pasado, en este caso, cómo era la vida en tiempos de pandemia.

Hay que dar una vuelta por algunos de los museos más importantes del mundo para aquilatar cómo un objeto, por nimio que parezca, tiene el don de trasladarnos en el tiempo. Un celular Nokia, un fax, un disquet, una java de bebidas en miniatura, una alcancía con forma de cilindro de gas, un álbum Salo, etc. Todo estos objetos nos pueden transportar a un tiempo y un estado que nos llenarán de recuerdos: familiares, amigos, espacios, penas y alegrías.

Lo podemos hacer de varias formas. Si le gusta escribir, comience a armar un diario, le será útil como entretención, pero también será una terapia para desahogarse de todo lo que hemos vivido en este último tiempo. También puede grabar un audio. O, si no le gusta ninguna de las dos alternativas, comience a juntar recortes de diarios sobre hechos curiosos o importantes (exceptuando esta columna), pero además atesore algunas cosas que hoy, de forma aparente, no tienen valor, pero que, le aseguro, luego de muchos años, serán enormemente significativas, como podría ser algo tan simple como un salvo conducto o, incluso, una mascarilla.

Si usted ya es mayor, anímese y atrévase a crear una cuenta en Facebook o Instagram, deje de lado la tontera y peleas políticas, para fascinarse mirando grupos que suben fotos del recuerdo. No quiero aquí aparecer coludido con esta empresa, pero sí le puedo asegurar que si alguien quiere robar sus datos para luego venderlos, lo hará igual, sin dar nada a cambio.

Por esto mismo, lo invito a que aproveche el encierro voluntario y la cuarentena obligada para que empiece a fotografiar aquellos viejos álbumes que están escondidos en alguna gaveta donde ya nadie los ve, tome fotos de los fotos y súbalas a su cuenta o envíela a hijos, nietos, primos o amigos. Aprovechará de ir digitalizando una imagen que, de otra forma, se puede perder en el tiempo. En el camino, se conectará con el recuerdo de otra persona que ocupó un sombrero parecido al suyo, que tuvo el mismo auto o que recorrió el mismo parque donde hoy hay un gran edificio. Atrévase. Hay muchos sitios en Facebook y cuentas en twitter dedicados al recuerdo del puerto, Viña del Mar y de la región de Valparaíso.

Finalmente, en tiempos de pandemia, el pasado puede ser un buen remedio contra la angustia del futuro.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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