Elecciones primarias en Argentina: el resultado menos esperado

16 de Agosto 2023 Columnas

Recientemente, en Argentina, tuvieron lugar las elecciones primarias, en las que los ciudadanos eligieron, entre otras cosas, candidatos a Presidente de la Nación, para que compitan en las elecciones principales del próximo 22 de octubre. Los resultados fueron sorpresivos. El libertario Javier Milei (único candidato de la coalición La Libertad Avanza) ganó en la gran mayoría del país.

Milei fue el candidato más votado individualmente, obteniendo un 30,04 %. Este porcentaje contrastó fuertemente con el 16,98 % de Patricia Bullrich (de la otra fuerza opositora, Juntos por el Cambio), el 11,30 % de Horacio Rodríguez Larreta (también de Juntos por el Cambio), el 21,40 % del oficialista, kirchnerista, Sergio Massa (Unión por la Patria) y el 5,87 % de Juan Grabois (también de Unión por la Patria).

El aspecto más destacable, sin embargo, es que Milei fue el ganador incluso si las demás fuerzas políticas suman los votos de sus candidatos. En efecto, como puede apreciarse, ni Juntos por el Cambio ni Unión por la Patria llegan a un 30%. En Argentina, hace tiempo que la encuestas y los medios encuentran difícil predecir resultados electorales. En este contexto, el resultado de las elecciones primarias asombró a prácticamente todo el país.

Javier Milei es un economista y académico que se hizo figura pública a través de apariciones en televisión a partir de 2016. En aquella época, todo el arco político argentino tenía pudor de considerarse liberal. El kirchnerismo, siendo un movimiento esencialmente peronista de izquierda, siempre se opuso a la economía de mercado, llevando a la Argentina a ser una de las economías más reprimidas del mundo. Pero aun Juntos por el Cambio (el espacio “institucionalista y republicano”) intentaba esquivar el rótulo de liberalismo, llegando incluso a sugerir que eran “desarrollistas” (término usado para referirse a un histórico presidente argentino, Arturo Frondizi).

En este contexto, un economista que a los gritos abogaba por la drástica reducción del gasto público, la disminución de todos los impuestos, la protección de la propiedad privada, el derecho a comerciar libremente sin restricción de fronteras y el cierre del Banco Central (por ser el causante de la inflación) resultó para muchos una bocanada de aire fresco. Sus enfrentamientos verbales con políticos, periodistas, sindicalistas e intelectuales en la televisión generaron curiosidad entre personas de diferentes franjas etarias, pero principalmente los más jóvenes, que encontraron en el discurso liberal libertario una forma de rebeldía frente al relato dominante de izquierda.

La clave de su popularidad, sin embargo, no fueron los tecnicismos económicos, sino haber identificado el descontento y la rabia que la población estaba comenzando a sentir frente a lo que Milei bautizó como “la casta”; un sentimiento que se estaba gestando, pero que los políticos argentinos prefirieron no ver.

Desde el punto de vista de Milei, la casta está compuesta por políticos que siempre han vivido del erario público, saltando de un cargo al otro (legislador, ministro, embajador, etcétera), gozando de salarios y privilegios con los que un profesional o comerciante promedio nunca podría soñar en el sector privado. Más adelante, amplió este término para incluir también a periodistas, intelectuales e incluso artistas famosos que adaptan sus discursos para congraciarse con dirigentes políticos en el afán de obtener beneficios.

Ciertamente, en Argentina, todos sabían que los políticos gozaban de estos beneficios. El condimento adicional que introdujo Milei fue señalar que estas personas compartían una suerte de “conciencia de clase”: la idea de que, a pesar de supuestas diferencias ideológicas, se protegían entre sí para no perder sus privilegios, sin importar cuán grave sea el deterioro del país. Milei pudo convencer a la gente de que el sector público es una gran corporación, a la cual es muy difícil entrar, y que se enriqueció sistemáticamente a expensas del contribuyente.

La incorporación de Milei en la política ocurrió en 2021, siendo criticado por diversos sectores, que lo acusaron de “querer ser parte de la casta”. Milei solía responder que su decisión estaba motivada solo por su deseo de quitarle poder a la casta y devolvérselo a la gente.

En esa época, contribuyó a fundar el espacio político “La Libertad Avanza”. Comenzó como una fuerza de distrito (no nacional, sino de la Ciudad de Buenos Aires) para competir en las elecciones legislativas de ese mismo año, donde obtuvo un resultado relativamente bueno, pudiendo incorporar dos legisladores nacionales al Congreso y cinco legisladores locales a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

En 2022, Milei empezó el recorrido legal para convertir a La Libertad Avanza en fuerza nacional, haciendo pactos con diferentes espacios políticos de distintas provincias del país. Paralelamente, para confirmarle a la gente que su “sentimiento anticasta” seguía intacto, decidió realizar un sorteo nacional todos los meses, para donarles su sueldo de legislador a los ganadores.

Al notar que Milei estaba sumando seguidores (principalmente, pero no exclusivamente, en los sectores más humildes), las demás fuerzas políticas (incluso algunos kirchneristas) comenzaron a cambiar su discurso. Varios intentaron apropiarse del término “casta” y quisieron mostrarse como humildes servidores dispuestos a renunciar a sus beneficios para acercarse más a la gente. Pero ya era tarde. Milei había formado una estructura en todo el país con un público fiel: el 30% que recientemente terminó acompañándolo.

Esta historia aún se está escribiendo. Abundarán novedades en los dos meses que restan para las elecciones presidenciales. El desafío de Milei es mostrarse maduro y mantenerse conservador, para preservar el 30% de apoyo, e incluso sumar votantes que, al ver que Milei se transformó en el principal opositor, podrían decidir acompañarlo en octubre.

Publicada en La Tercera.

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