Atrapar la niebla para enfrentar la escasez hídrica

15 de Septiembre 2020 Investigación Noticias

En Chile, el 4,7% de la población rural no tiene una cadena formal de abastecimiento de agua potable. Si bien el país ha hecho esfuerzos significativos para cubrir las necesidades de las localidades rurales más pobladas, un 38% de esa población está distribuida en otras comunidades y asentamientos que no logran resolver su problema.

Desde el cerro Camaraca, en las cercanías de Arica, hasta Valparaíso, son frecuentes las camanchacas, nubes que por efecto del relieve se encuentran a ras de suelo. Si bien todas las regiones del país presentan neblina, en los valles transversales del norte chico destacan las condiciones privilegiadas de Vallenar, Ovalle y Copiapó.

Tomando en cuenta estas condiciones, académicos de la Facultad de Ingeniería y Ciencias (FIC) de la Universidad Adolfo Ibáñez implementarán un novedoso sistema recolector de niebla altamente eficiente y de bajo costo, para entregar agua a pequeñas comunidades del norte de Chile. El proyecto se llevará a cabo gracias a a la adjudicación un Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) por 185 millones de pesos para probar y escalar un modelo auto-orientable capaz de optimizar 4 veces el rendimiento promedio de la tecnología convencional, el cual podría replicarse en otras localidades rurales con escasez hídrica.

El proyecto se desarrollará en la comuna de Ovalle durante 2 años, partiendo en noviembre con el prototipo en laboratorio y el trabajo con actores territoriales de Peña Blanca, en la Región de Coquimbo. En una segunda etapa, la iniciativa contempla además el desarrollo de un sistema de depuración del agua de niebla. Además contará con aportes de la UAI, la Fundación Un Alto en el Desierto y la Cervecería Atrapaniebla.

Sistema auto-orientable

Jacques Dumais, investigador de la FIC, experto en biomimética  y director de proyecto “A fog collection system for small communities in the north of Chile” se adjudicó un primer Fondef en 2015 que le permitió avanzar en este tema, en esa oportunidad en el Cerro Santa Inés de Pichidangui. “Hace 8 años llegué a Chile y viajé al desierto de Atacama, donde conocí una planta fascinante llamada Tillandsia, un sorprendente clavel del desierto que carece de raíces y vive del agua de niebla. Su estructura me inspiró para trabajar un prototipo que imitara su funcionamiento”, explica el académico.

En este nuevo esfuerzo, Dumais espera mejorar la infraestructura auto-orientable, para que el prototipo sea capaz de alinearse solo con la dirección del viento sin  necesidad de manipularlo. Esto podría mejorar en un 40% a 50% la eficiencia del nuevo sistema de atrapanieblas. “La dirección constante de la niebla fluye desde el mar hacia el cerro y actualmente los atrapanieblas son fijos, mientras que el nuevo prototipo actúa como una veleta”, señala.

Las actividades del proyecto comenzarán en noviembre próximo con el desarrollo de una plataforma de fabricación del prototipo en laboratorio, para luego trabajar en terreno con la comunidad de Peña Blanca, localidad que alcanza los 100 habitantes que viven de la pequeña agricultura y la crianza caprina. En esta etapa se espera montar 4 prototipos en la Reserva Ecológica Cerro Grande de Peña Blanca y comparar su funcionamiento con otros 25 atrapanieblas de modelo “comunero”, para observar y medir las ventajas de la nueva tecnología.

En una segunda fase, se trabajará en un sistema de depuración del agua de niebla, como valor agregado para la cadena productiva no solo de la cervecera, sino de otros proyectos locales en el área de la alimentación y la cosmética. La iniciativa se apoyará también en la experiencia previa de la Fundación Un Alto en el Desierto, primera red de cosechadores y recicladores de agua en Chile, creadores del atrapaniebla comunero hace 26 años. Al respecto, Jacques Dumais cuenta que ya trabajan en un banco de patentes que permitirá una producción a mayor escala, posicionando a Chile entre los líderes en tecnología atrapaniebla, junto a otros como California, Perú, Islas Canarias, Marruecos y Alemania.

Diseño liviano y desmontable

El modelo tradicional de atrapanieblas, ampliamente difundido en Chile, se caracteriza por tener un soporte de madera y una estructura fija. El nuevo prototipo tiene una estructura de metal lo que aumenta de 5 a 10 años la vida útil del equipo. Si bien la malla multicapa (tipo kiwi) se mantiene por sus costos y eficiencia en un plazo de 2 años, el diseño de la nueva estructura auto-orientable (que sigue la dirección del viento por sí misma) mejoraría el rendimiento en un 350%.

“Uno de los desafíos es hacer un prototipo que sea desmontable, portátil y que se pueda armar fácilmente en una montaña. También trabajamos en una cuidadosa selección de materiales livianos y partes transportables que permitan su traslado y montaje hasta lugares poco accesibles. El propósito es trabajar con líderes o monitores en el territorio, de modo tal que adopten la tecnología sin complicaciones y la apropien con su propia identidad. No solo para su consumo doméstico, sino con un potencial económico y productivo a mayor escala para distintos tipos de emprendimientos”, indica Luis Caminos, académico de la FIC, especialista en diseño mecánico y selección de materiales y co-director del proyecto Fondef.

El profesor Caminos destaca, además, el impacto del proyecto como una oportunidad significativa de vinculación con el medio. “Un rol importante de la ingeniería mecánica es habilitar soluciones que permitan resolver o mejorar la calidad de vida de las personas. Así, esta tecnología y nuestro conocimiento estarán al servicio de la comunidad, contribuyendo a entregar el acceso a un recurso tan crítico como el agua. Ésta puede ser una solución alternativa al suministro de agua en pequeñas comunidades, con un potencial de rentabilidad y que aprovecha las oportunidades que ofrece la niebla, sin necesidad de otra energía más que el viento”, concluye.

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