La risa como defensa frente al miedo

5 de Octubre 2018 Investigación Noticias

Artículo 25. Autor: Manuel Délano, profesor de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo UAI.

Hervi, Palomo, Rufino y Guillo, los “cuatro mosqueteros chilenos” del dibujo satírico y político, reflexionan sobre la importancia que tuvo el humor en el régimen militar.

– A las 9 de la mañana de un día cualquiera, un vendedor ambulante gritaba su mercadería en el Paseo Ahumada: “¡A mil los perritos del Sí, ¡A mil los perritos del Sí!”. Un joven ejecutivo, elegantemente vestido, que paseaba por allí, quiso comprar uno, pero prefirió hacerlo en la tarde, cuando regresara a casa. Eran cerca de las 20:00 y el vendedor ya no ofrecía lo mismo. “¡A mil los perritos del No! ¡A mil los perritos del No!”. Molesto, el ejecutivo lo increpó: “¡Cómo es posible, si en la mañana estos cachorros eran del Sí!”. “Son los mismos”, respondió el hombre, “solo que en la tarde abrieron los ojitos”.

Así contó la periodista María Irene Soto en un reportaje en revista HOY uno de los tantos chistes que circulaban en 1988. El clima de apertura que permitía la campaña hizo florecer el humor político como en pocos períodos. Uno de los recursos que mejor empleó la oposición en esos días fue el humor, donde con más claridad que en ningún otro terreno derrotó al Sí. El ingenio, la ironía, el sarcasmo y la mordacidad reinaban entre los partidarios del No. Incluso, servía como mecanismo de defensa de las personas ante lo que ocurría. De hecho, esta es una de las funciones que la sicología le asigna.

Con domicilio en la prensa de oposición, el humor venía haciendo un trabajo de zapa desde años atrás, desmoronando la imagen de Pinochet y su régimen. Cuatro de ellos resaltan en el humor político de ese período: Alejandro Montenegro (Rufino), en revista Hoy; José Palomo, en revista Análisis; Hernán Vidal (Hervi), en el diario La Época y revista Hoy, y Guillermo Bastías (Guillo) en revista Apsi.

Corrieron riesgos, algunos sufrieron amenazas, uno de ellos, Palomo, debió partir al exilio, pero nunca perdieron la capacidad de reírse de otros, que era, quizá, su forma de defensa. Dos de ellos, Hervi y Palomo, estudiaron en la Escuela Experimental Artística.

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