Escuela de Negocios y REDMAD convocaron a lanzamiento de estudio sobre factores que impactan en el desarrollo profesional

El Centro Empresa y Sociedad de la Escuela de Negocios UAI y la Red de Mujeres en Alta Dirección, REDMAD, invitaron al lanzamiento de un estudio realizado por esta última institución y Criteria acerca de los factores que impactan en el desarrollo profesional, en el marco del Mes de la Mujer.

*Accede al estudio aquí. 

El evento realizado en la sede Vitacura de la Universidad Adolfo Ibáñez contó con la participación de académicos y panelistas invitados, que entregaron sus miradas a partir de los resultados arrojados por la investigación, titulada “Abriendo la Caja Negra 2.0”.

En su bienvenida, la directora del Centro Empresa y Sociedad, Magdalena Aninat, señaló que si bien en Chile la presencia de mujeres en alta dirección ha ido mejorando, todavía persisten brechas, entre las cuales destacó la participación femenina en directorios. “Ahí es la sociedad en su conjunto la que está perdiendo una mirada distinta, nuevas habilidades y una manera más integral de ver el mundo”, dijo.

A continuación, Ana María Matthias, presidenta de REDMAD, sostuvo que este estudio tuvo como propósito “inspirar y acelerar la transformación de las empresas y organizaciones para el desarrollo de una sociedad sostenible, con la visión de las mujeres en alta dirección”. Agregó que este trabajo tiene como antecedente una investigación previa en la que se detectaron dos variables: la persistencia y el avance.

“A ocho años de esa experiencia -período marcado por eventos significativos como la pandemia e importantes cambios políticos y sociales-, quisimos profundizar en los cambios y entender cómo podíamos avanzar, conscientes de que las transformaciones que se requieren para que exista mayor equidad en relación con el avance de la carrera profesional no se están dando con la velocidad necesaria”, afirmó Matthias.

Por su parte, Matías Chaparro, director de Asuntos Públicos de Criteria, señaló que “el objetivo del estudio fue registrar las reflexiones que las y los profesionales chilenos hacen sobre sus propias experiencias en el desarrollo de sus carreras”.

“Quisimos conocer las habilidades personales que, según creen, más han influido positivamente y las vivencias que más han impactado negativamente en su vida profesional. Nos interesó conocer también la evaluación que, a partir de su propia experiencia hacen de las empresas y organizaciones chilenas en cuanto a políticas y prácticas que fomentan o frenan el avance de sus carreras”, explicó.

Chaparro detalló la metodología del estudio, cuyos datos fueron levantados a través de mil encuestas a hombres y mujeres profesionales con estudios superiores de cuatro años o más; mayores de 30 años a nivel nacional, y de los estratos ABC1, C2 y C3. Fueron tres las grandes temáticas analizadas: percepción del desarrollo profesional, vivencias y principios, y orientaciones en favor del desarrollo profesional de las empresas.

Principales hallazgos

Un primer descubrimiento es que prácticamente no hay diferencias en cómo mujeres y hombres valoran el desarrollo profesional. En efecto, un 77% y 74%, respectivamente, respondieron que éste es bastante o muy importante. Coinciden también en la importancia que le dan al compararlo con otras facetas de la vida, ubicándolo en el cuarto lugar.

Las brechas comienzan a evidenciarse al indagar con mayor profundidad en las vivencias propias del desarrollo profesional. La satisfacción con éste crece con los años sin diferencia de género, pero llama la atención la brecha intergeneracional que se registra en hombres y mujeres. En los primeros, esta es significativamente mayor (25 puntos porcentuales) que en las segundas (11).

Más profundas aún son las brechas que se perciben en cuanto a la capacidad de autogestionar la carrera. Así, ante la afirmación “Estoy dispuesto a asumir responsabilidades adicionales en el trabajo”, hay una distancia de 11 puntos porcentuales en desmedro de las mujeres, y frente a la declaración “Me gusta asumir desafíos y trabajar en proyectos difíciles”, una distancia de 9.

Éstos y otros resultados del estudio fueron comentados en un panel integrado por la presidenta de REDMAD, María Ana Mattias; la académica del área Economía de la Escuela Negocios, Francisca Pérez Veyl; Cristián Valdivieso, socio de Criteria y la moderación de Paula Figari, coordinadora académica del programa de alta dirección de la Escuela de Negocios UAI, Promociona Chile.

Cristián Valdivieso afirmó que “este es un desafío que no tiene que ver solo con las mujeres, sino con la sociedad en su conjunto, pero ha recaído más en las mujeres que en la sociedad. En la medida en que los hombres no se involucren en esto es difícil que las cosas avancen más rápido de lo que lo están haciendo hoy, porque los hombres tienen mucho que decir”.

“Organizaciones lideradas por hombres inevitablemente promueven políticas de conciliación y de desarrollo y bienestar con un prisma bastante masculino, lo que no significa que quieran distanciar a las mujeres, pero no incorporan esa mirada”, agregó.

En el panel también se discutió el tema de las cuotas de género en instancias como los directorios. Al respecto, María Ana Matthias señaló que es efectivo para apurar cambios culturales que, de lo contrario, se darían de forma mucho más lenta. Sin embargo, precisó que “la fórmula ideal es que las cuotas sean transitorias, de modo que aceleren el cambio cultural y, una vez que se produzca, podamos prescindir de ellas”.

Respecto de la disponibilidad de mujeres para asumir cargos de alta dirección, Francisca Pérez Veyl planteó que las organizaciones tienen un rol importante en crear las condiciones para que quienes quieran avanzar en su carrera profesional puedan hacerlo: “Hay que hacer un trabajo desde las organizaciones para que haya un ‘pipeline’ de mujeres llegando arriba”.

En ese sentido, la académica señaló que es clave cambiar la mentalidad de que las cuidadoras son, por defecto, las mujeres, pero mientras ello ocurre, las empresas deben buscar otras formas de organizar el trabajo, como por ejemplo terminar con la práctica de hacer reuniones muy tarde. “Las mujeres no quieren jornadas laborales cortas, sino predecibles”, enfatizó.

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