Diálogo, tendencias y plataformas digitales

18 de Enero 2019 Entrevistas Noticias

Hoy en día, las redes sociales permiten no sólo dialogar con otros y conocer las nuevas tendencias de manera instantánea, también se han convertido en una oportunidad para las personas, de presentarse de la forma que quieran, eligiendo qué mostrar, qué destacar y qué ocultar.

El académico, Arturo Arriagada, Director de Cultura Social Media de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo, conversó con Revista Paula para explicar este fenómeno y explorar las distintas formas que las personas tienen para relacionarse con estas nuevas plataformas.

¿Se puede decir que dialogamos a través de las redes sociales?

Creo que la expectativa de diálogo en estas plataformas tiene que ver con la promesa implícita que se hizo en torno a su uso. Cuando apareció Facebook, Twitter o los blogs, en su momento, se promovían como espacios de comunicación, de conversación, y también se les achacó la posibilidad de poder discutir sobre los asuntos públicos. Su promesa implícita era “conversemos acá”; tenemos un espacio que antes estaba solamente concentrado en los medios masivos de comunicación, donde no todos podían entrar, donde no todos cabían, que era menos participativo y en espacios más íntimos: la familia, el trabajo, los amigos. Lo que se esperaba era que fueran espacios de diálogo, pero en la práctica es bien difícil por dos razones; una, porque el formato está pensado para que llames la atención del resto, y eso implica que la forma de comunicarte está orientada a conseguir atención; y la segunda es porque la comunicación ahí muchas veces está fuera de contexto para uno poder percibirla, procesarla y devolverla como ocurre en la interacción cara a cara. Ante la falta de contexto y ante la promesa incompleta, se genera esta cosa medio frustrante, donde muchas veces lo que se genera parece un griterío.

Ha surgido harta violencia en esas conversaciones.

Bastante, pero también hay comunidades que se construyen en estas plataformas que son espacios para hacer comunidad, donde hay una interacción que hace sentido. Estoy pensando, por ejemplo, en lo que puede ocurrir en nuestra relación con grupos más cercanos. En mi pareja compartiendo sus creaciones de collage y que vía hastag se pudo conectar con un mundo al que ella no habría podido tener acceso nunca, sobre todo en círculos tan cerrados como el mundo artístico. Cuando uno piensa en esta rabia o en esta conversación violenta, está asociada a temas intensos como política, diferentes tipos de discriminación. Con el uso de estas plataformas cada uno puede convertirse en un agente de resistencia, del control o dominación de otros. Desde el punto de vista del poder, estas plataformas igual han cumplido un papel de que la comunicación que ahí ocurre genera una sensación de estar más empoderado, pero también se entiende desde una lógica muy de consumidor. Te abres una cuenta y mientras más grites, más podrías llamar la atención de la gente. Mientras más ruido hagas, más atención puedes tener. Ahí es cuando vemos lo que está ocurriendo; donde tenemos desde presidentes delirantes ocupando estas plataformas, hasta ciudadanos enojadísimos visibilizando sus experiencias de violencia intrafamiliar esperando que se les de atención, con lo bueno y lo malo que eso tiene. Lo bueno, y que es súper interesante, es que se ha diversificado un montón la conversación a lo que podíamos estar acostumbrado antes en la lógica de los medios masivos, pero al mismo tiempo, actualmente todo está bien orientado a la lógica del espectáculo, porque para llamar la atención tienes que hacer show e intensificarlo todo. Ahí todo pasa a ser bien en la lógica de ganar rating.

Revisa la entrevista completa aquí, en Revista Paula.cl

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