Cómo fue la “educación popular” de apoderados que fue clave para el control en las mesas

3 de Octubre 2018 Investigación Noticias

Artículo 12. Autor: Manuel Délano, profesor de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo UAI.

Los opositores capacitaron a sesenta mil personas en las reglas electorales para vigilar por la normalidad del proceso y dar confianza a los votantes, cuenta Francisco Estévez, que encabezó esta tarea y hoy dirige el Museo de la Memoria.

Los mecanismos de control democrático de la elección por parte de los partidarios del No dependían de dos factores: en primer lugar, de que en cada una de las 22.000 mesas en todo el país hubiese un apoderado capacitado, que defendiera los derechos de los votantes e infundiera confianza sobre el proceso, y en segundo término, del recuento de votos paralelo al oficial que iban a hacer los opositores en cada local de votación. La persona que estuvo a cargo de la primera tarea fue Francisco Estévez, que entonces tenía 34 años. Hoy, tres décadas después, dirige el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, donde este viernes 5 de octubre se renovará el sector dedicado al plebiscito y se efectuará el diálogo “A 30 años del No”, que busca destacar el papel que los ciudadanos cumplieron en esta gesta.

La épica del plebiscito requería de una tarea previa, de la que dependían los apoderados y el recuento. Era fundamental convencer a los chilenos que se inscribieran en el registro electoral, porque el padrón que existía hasta 1973 había sido destruido por la dictadura. La inscripción no era automática como es hoy. Quien quería votar debía acudir a hacer el trámite de forma presencial, en horario de oficina, hasta un mes antes del plebiscito. Que el primer inscrito fuera Augusto Pinochet no era precisamente un aliciente para que los opositores lo hicieran.

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