Vueltas de carnero

26 de Noviembre 2017 Columnas

Sebastián Piñera abrocha el respaldo de Manuel José Ossandón prometiendo avanzar en gratuidad de la educación superior, una iniciativa que su sector siempre ha rechazado y que él considera injusta. El apoyo explícito y el despliegue personal de Ossandón se consideran clave para mejorar el rendimiento del candidato Piñera en áreas populares -como Puente Altodonde el actual senador y ex alcalde ronca. Si ya Piñera parecía tironeado entre los dos Kast -José Antonio por la derecha y Felipe por el centro- Ossandón también hace notar su existencia.

Desde el piñerismo se explica esta voltereta con el argumento de que “su” gratuidad estará focalizada en centros de formación técnica e institutos profesionales. No sería entonces para pagar la universidad de los ricos, como se ha criticado la reforma de Bachelet. Añade Piñera que el cumplimiento de la promesa depende del crecimiento. Si no hay plata, se suspende el compromiso. Son explicaciones válidas, pero no bastan para resolver la contradicción de fondo: la derecha no cree que este sea un puro problema de recursos. Tiene la convicción de que las personas deben retribuir lo recibido, aunque sea a través de un sistema benevolente de créditos contingentes al ingreso.

Por el lado izquierdo, Alejandro Guillier está en una encrucijada. Según la sabiduría politológica, los balotajes se ganan en el centro. Pero Guillier tiene que salir a buscar el 20% de Beatriz Sánchez. Es decir, tiene que satisfacer las demandas del Frente Amplio -al menos las más emblemáticas. Su entorno ha sido errático al respecto: mientras algunos dan por hecho que el candidato anunciará el fin de las AFP y una Asamblea Constituyente, otros desde el comando indican que no hay tal compromiso. Durante la campaña de primera vuelta, Guillier habló de tener un sistema de previsión estatal paralelo, pero no de eliminar el modelo de capitalización individual. Lo mismo en el tema constitucional: ha dicho que sí a la nueva Constitución, pero sin casarse con ningún mecanismo específico.

Si Guillier cede, tendremos otra vuelta de carnero. Terminaría por alejar definitivamente al sector conservador de la DC, el que -profecía autocumplidavotará por Piñera en diciembre. Nada dramático, en todo caso: los últimos números sugieren que no son tantos ni tan importantes como ellos quisieran.

Es normal que en una segunda vuelta los candidatos salgan a ampliar su base electoral y flexibilicen su oferta programática. Sobre todo en una elección tan estrecha como esta, donde cada voto cuenta. Piñera y Guillier podrían repetir al igual que Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no les gustan… tengo otros”.

Publicado en Las Últimas Noticias.

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