Los más actualizados estudios internacionales declaran una disminución progresiva en los índices de habilidades interpersonales, lo que repercute en la inserción y colaboración grupal entre jóvenes en su vida universitaria y en el ámbito laboral. Fomentar en ellos ciertas competencias emocionales y habilidades que les permitan comunicar de manera óptima con la finalidad de formar individuos integrales ya es una necesidad que los diversos estamentos educacionales a nivel superior tienen considerado en las aulas como aspecto curricular obligatorio en carreras tan diversas como ingeniería, medicina, derecho y psicología, entre otras.
Al respecto, el informe “Future of the job 2023” anticipa que para el año 2027 las habilidades requeridas por el mercado serán el pensamiento analítico, la creatividad, la visión sistémica, la resiliencia y la adaptabilidad; además de una sólida alfabetización digital. De hecho, ya hace unos años el ámbito laboral (en los diversos estamentos del quehacer profesional) no solo requiere que las personas tengan conocimientos en su área disciplinar, sino que también sean capaces de comunicarse de manera adecuada y eficaz. La consideración de habilidades como la escucha activa, la lectura comprensiva y la transmisión efectiva de información a través de la expresión oral y de la escritura, son requerimientos fundamentales que comienzan a ser parte de la formación universitaria debido a que, como se ha comprobado, son esenciales en el ámbito laboral para desarrollar competencias emocionales que serán claves para el futuro próximo.
Sin ir más lejos, un influyente intelectual, Yuval Noah Harari, en su libro “21 lecciones para el siglo XXI”, afirma que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se debe enfatizar el desarrollo de las habilidades de uso general, tales como pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad para la vida, de tal manera que seamos capaces de adaptarnos a los cambios que implica la globalización, la tecnología, el cambio climático y los conflictos culturales.
Ya en la antigua Grecia Sócrates, Platón y Aristóteles, además de fomentar la contemplación teórica, se enfocaban en la búsqueda de la sabiduría práctica y en el perfeccionamiento del carácter humano. De esta forma, la filosofía griega se centraba en la reflexión acerca de la naturaleza humana, las virtudes y la ética, temas esenciales para el desarrollo de las habilidades blandas, pero además en la empatía, la capacidad de comunicación y el pensamiento crítico, aspectos que aún siguen muy vigentes en la actualidad y son relevantes en todo ámbito.
La importancia de incluir en la formación escolar y superior el desarrollo de herramientas para la vida claramente favorecerá a las futuras generaciones de profesionales a mejorar su desempeño y, así, formar una sociedad más empática, reflexiva y con alta capacidad de adaptarse a los cambios.
Publicada en El Mercurio de Valparaíso.