Valparaíso. Histórico y cotidiano

21 de Agosto 2022 Columnas

“Valparaíso. Histórico y cotidiano” es el título de la última obra del prolífico investigador y periodista Piero Castagneto. Lo primero que me provoca este libro, debo confesarlo, es envidia. Envidia ante la posibilidad de realizar un trabajo bien acabado y documentado sobre la historia de nuestro querido puerto.

No tengo una evidencia, pero sí una sensación de que, mientras más pareciera hundirse en una decadencia económica, social y cultural, más necesidad parece existir de parte de quienes nos sentimos parte de esta ciudad, de reverdecer laureles por medio de su historia.

No me refiero solo al libro de Castagneto, pienso en lo que durante muchos años hizo Alfredo Larreta en el rescate del archivo de El Mercurio de Valparaíso, labor que ahora desempeña, bajo algunos seudónimos, Julio Hurtado.

Los nuevos tiempos hacen que esta tarea ya no se limite únicamente a los periódicos; también la visualizamos en las redes sociales. Permítanme citar a otros dos personajes que, como dos caballeros, han hecho del rescate patrimonial una verdadera cruzada. Me refiero a Renzo Vaccarezza (@RenzoVaccarezza) y Mauricio Larco (@EvocandoValpo) quienes, a través de sus cuentas en Twitter y Facebook, día a día, nos recuerdan un pasado glorioso que cada vez se ve más lejano.

Volviendo al texto de Castagneto, en 361 páginas, se reúne una serie de artículos que, durante varios años, los lectores de El Mercurio de Valparaíso y La Estrella tuvieron el gusto de disfrutar a inicios del siglo XX.

El autor tuvo la delicadeza de actualizar algunos contenidos y darles unidad con el fin de que esto no fuera un “refrito” de antiguas publicaciones. Dividido en siete capítulos, el texto se desglosa en diferentes temáticas: Las raíces del “Puerto Principal”, festividades y vida cotidiana, la ciudad en guerra, puerto y gentes de mar, las transformaciones de la urbe, geografía humana y urbana y facetas del patrimonio.

No hay espacio para mencionar los múltiples e interesantes temas que se abordan en este libro y la intención de la columna es motivar a que el lector se anime a conocer, a través de esta obra, pasajes de nuestra historia que, seguramente, desconocía.

Tal como hiciera Renzo Pecchenino con sus dibujos, Castagneto en sus páginas nos va describiendo la evolución de una ciudad que hoy, en medio de una crisis, cuesta reconocer, no solo porque le ganó terreno a la playa y al mar, sino además porque los edificios de antaño fueron víctimas de incendios, terremotos y de la modernidad. Por ejemplo, son escasos los vestigios de la red de fuertes que protegían al puerto, de las playas y caletas de pescadores que alguna vez lo caracterizaron, edificios comerciales, ascensores y tranvías. Muelles repletos de barcos, calles llenas de bancos, librerías, boticas y almacenes. También hay un Valparaíso under, calles bajo las cuales yacen sepultados barcos encallados que terminaron transformados en relleno.

Asimismo, aquí hay espacio para lo extraordinario y temas pocos tratados. El sueño de un alemán por construir un submarino que hiciera frente a la armada española y que terminó hundido frente al horror de los espectadores; el Matasiete, un periódico que nació como crítica a este diario y sus funcionarios que defendieron con armas de fuego el edificio en las huelgas de 1903; igualmente hay espacio para otros tópicos menos estudiados como la prostitución o la bohemia porteña y su decadencia post 11 de septiembre de 1973.

Aunque el autor es más amigo de las descripciones y crónicas sobre la ciudad, en algunos pasajes no rehúye la posibilidad de hacer sus propias definiciones sobre su objeto de estudio y su espíritu:

“La ciudad puerto decimonónica era un Valparaíso que, simplemente, se vivía, intensa y nerviosamente, al ritmo de embarques y desembarques de cargas y pasajeros, y de transacciones comerciales y bursátiles. Ya llegaría el otro Valparaíso, que era el mismo, pero visto desde una época futura, una ciudad que se evocaba y cuya vida de esplendores se intentaba reconstruir o, al menos, vivir el presente lo mejor que se pudiera”.

Por último, un comentario a editorial RIL. Aunque soy parte comprometida porque he publicado con ellos, eso no me impide destacar el compromiso que ha tenido esta empresa con la ciudad de Valparaíso. No solo manteniendo una oficina, sino además luchando por mantener con vida una producción editorial que, pese a todas las adversidades, sigue en pie como un rasgo distintivo de la producción cultural de un puerto que se niega a morir.

Publicada en el Mercurio de Valparaíso.

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